Es necesario realizar un estudio de los diferentes escenarios posibles a cormo, medio y largo plazo para poder actuar de urgencia en consecuencia en pro de la biodiversidad madrileña
Opinión de El Guadarramista
Por Jonathan Gil Muñoz (Director)
Como todos habremos ya notado, las primaveras, al menos en la Comunidad de Madrid, es decir, en el centro peninsular, han dejado de existir. De unas pocas semanas al año, hemos pasado a unos pocos días, de tal forma que sin solución de continuidad vamos de un invierno más bien templado a un verano tórrido desde, prácticamente, los últimos días del mes de mayo. ¿La causa? Pues el cambio climático que es responsable, entre otras muchas cosas, de que año tras año se batan los récords de temperaturas máximas durante la estación estival.
¿Y cómo pueden afectar a la flora y fauna madrileña estas persistentes altas temperaturas que nos acompañarán ya hasta el mes de septiembre? Pues este es un asunto del que muy poco se habla y que es clave para entender qué impacto puede tener en el paisaje madrileño a corto y medio plazo la transformación que está sufriendo el clima. Teniendo en cuenta que en lo que se trabaja especialmente en la actualidad es en la adaptación a los cambios que está trayendo consigo el cambio climático, tenemos ante nosotros un gigantesco reto medioambiental si se quiere conservar la biodiversidad regional.
“Tenemos ante nosotros un gigantesco reto medioambiental si se quiere conservar la biodiversidad regional”
En este sentido, es necesario un profundo estudio que ponga sobre la mesa los diferentes escenarios posibles atendiendo a los modelos climáticos probables avalados por la ciencia para las próximas décadas. Algo ya a bote podemos apuntar y es que podemos tener un problema de escasez de agua de forma permanente debido a una posible reducción de las precipitaciones en forma de lluvia, algo que puede no ser así, al menos no todos los años, si se producen, al menos una vez al año, nevadas tan copiosas como las que nos trajo la borrasca ‘Filomena’, un fenómeno meteorológico que podría volverse más frecuente de lo que creemos también producto del cambio climático.
Aún con todo, y especialmente los bosques atlánticos que se localizan en la Comunidad de Madrid, podrían verse seriamente amenazados por las altas temperaturas y la falta de lluvias. Algo que también le pasaría factura a nuestros bosques mediterráneos, con la encina como santo y seña y la dehesa como ejemplo paradigmático, entornos naturales que, aunque más resilientes y adaptados, no podrían aguantar grandes periodos de tiempo sin agua y un calor abrasador. Y unida a la suerte de esos bosques está la de la fauna que habita en ellos. Algunas especies van a desaparecer irremediablemente, mientras que otras, aquellas que se adapten rápidamente a las nuevas circunstancias, resistirán.
“Los bosques atlánticos de la Comunidad de Madrid podrían verse seriamente amenazados por las altas temperaturas y la falta de lluvias”
¿Qué medidas se pueden adoptar para ayudar a nuestra biodiversidad? Muchas sin duda, pero lo que está claro es que facilitar a nuestra fauna autóctona silvestre el acceso al agua va a ser una de las principales preocupaciones para las administraciones públicas competentes en temas de conservación de la naturaleza de cara a los próximos años. Este sería el punto de partida, pero es sólo la punta del iceberg, lo que se nos viene encima es de un calado tal que debe enfrentarse de forma transversal, y sobre todo, ya.