La cotorra argentina se hace ‘amiga’ de nuestros gorriones


Mediante su observación directa descubrimos casos de cohabitación con otras aves en los propios nidos 

el Mirador
Por Sergio de Carabias. Profesor de Biología y Geología
De nuevo, la cotorra argentina vuelve a ser protagonista en los medios de comunicación después de que el pasado mes de mayo se iniciaran los trabajos para ‘gestionar, reducir y controlar’ la población de estas aves exóticas invasoras en la ciudad de Madrid.

Cotorra argentina.Entre las muchas causas alegadas destaca principalmente el daño económico a infraestructuras y cultivos que provocan sus hábiles picos y pesados nidos (con riesgo incluido para las personas). Sin embargo, se recurre también a aspectos biológicos que, en palabras del delegado de Medio Ambiente en el Ayuntamiento de Madrid, Borja Carabante, pueden resumirse en: “Los que vienen de fuera y lo hacen de forma agresiva no deben estar y no tienen el mismo derecho a la vida que tenemos todos” (07/10/2019, Diario Público).

Efectivamente, una especie exótica invasora incluye en su propia definición ser agresiva y capaz de desplazar a especies autóctonas, pero, justamente el objetivo de esta publicación es compartir unas observaciones personales que parecen mostrar una perspectiva distinta del problema.

«Una especie exótica invasora incluye en su propia definición ser agresiva y capaz de desplazar a especies autóctonas»

Mi experiencia con estos ruidosos loritos se remonta al año 2012 cuando llevé a cabo mi trabajo fin de carrera que se tituló Expansión de la cotorra argentina en la ciudad de Madrid. Los datos que arrojaron aquel censo fueron una estimación de 1.800 individuos, momento en el que la población estaba en clara expansión. Muchas eran las ideas preconcebidas que yo mismo tenía de las cotorras antes de pasar tantas horas observándolas por motivo del conteo de nidos que me permitió descubrir hechos y comportamientos que jamás podía haber imaginado.

Gorrión común macho.Por ejemplo, siempre había escuchado decir que la cotorra, más fuerte y grande, desplazaba a pajarillos menores que ella como el gorrión, cuya población se encuentra en acusada recesión. Entre otras causas se da por hecho la competencia por el alimento y hasta la depredación directa sobre huevos y pollos. Sin embargo, en algunos de los nidos censados descubrí que ¡cotorras y gorriones compartían el mismo nido!

En aparente buena y tranquila convivencia, cotorras y gorriones merodeaban por los exteriores del nido y entraban y salían de sus distintas oquedades. Era inicios de primavera y se notaba que las aves estaban atareadas en la preparación de sus lugares de cría. Me atrevo a señalar que podrían tratarse de casos de ‘inquilinismo’ en los que el gorrión obtendría una clara ventaja de construir su nido aprovechando la infraestructura creada por la cotorra argentina que, además de ofrecerle un nuevo techo bajo el que nidificar, le protegería de la incursión de potenciales depredadores como urracas y gatos. Mientras tanto, la cotorra, aparentemente, no se vería favorecida ni perjudicada por tal hecho.

Otro caso de aparente inquilinismo que llamó mi atención fue encontrar una paloma zurita (Columba oenas) en el interior de un nido de cotorra argentina que, supuse, se encontraría abandonado.

«Podrían tratarse de casos de ‘inquilinismo’ en los que el gorrión obtendría una clara ventaja de construir su nido aprovechando el de la cotorra»

De todas estas observaciones deduzco que la presencia de la cotorra argentina en nuestras ciudades ha de estudiarse en profundidad desde un punto de vista propiamente ecológico, analizando a fondo sus interacciones con el resto de especies. Cabe preguntarse si la tan señalada cotorra argentina y acusada de tantos males, no merece mayor atención para, incluso, descubrir si no es ella misma y su nicho ecológico el que puede favorecer el crecimiento de las poblaciones de algunas de nuestras aves autóctonas, algunas en clara recesión, como el gorrión común.

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