Los desheredados de la urbe


El río Guadarrama y los asentamientos informales del suroeste 

el Mirador
Por Esther Valdés Tejera, directora del Grado en Gestión Urbana de la Universidad Camilo José Cela, y miembro del Comité Científico de la Lista Roja de Patrimonio de Hispania Nostra.
Hace más de cinco décadas, en las cercanías de la antigua carretera N-5, las casas de aperos de las pequeñas huertas existentes en las márgenes del río Guadarrama empezaron a ser ocupadas por familias de escasos recursos. Poco a poco, nuevas viviendas de autoconstrucción acogieron a un tipo de población que no tenía cabida en Madrid ni tampoco en las poblaciones del sur, que se estaban transformando en las ciudades dormitorio de la capital. Durante décadas, este asentamiento informal ha ido creciendo, y es hoy el segundo más grande de la Comunidad de Madrid.

La situación de vulnerabilidad de estas familias va acompañada, en este caso, de una característica particular que lo diferencian de otros poblados marginales. La cercanía del río supone un importante peligro de inundación de las viviendas ante eventuales avenidas y desbordamientos. A su vez, la falta de infraestructuras de agua, saneamiento y recogida de basuras desemboca en el uso del río como alcantarilla. Problema social y medioambiental que se ve agravado por una economía sumergida ligada, en muchos casos, a la recogida y venta de chatarra.

En el entorno de estos poblados y ocupando también las márgenes del río a su paso por los municipios de Móstoles y Arroyomolinos, existe un gran vertedero ilegal repartido en más de una docena de focos. Allí se acumulan electrodomésticos, mobiliario, coches calcinados o piezas de vehículos desguazados, sacos de escombro, ropa, y otros restos y vertidos. Se encuentran ocupando caminos, veredas y vías pecuarias, como el Cordel Real del Guadarrama, o las márgenes del propio río. Allí, los sacos de escombros ejercen de diques para evitar el problema de crecidas antes mencionado y, en ocasiones, acaban caídos en el propio lecho del río.

“Durante décadas, este asentamiento informal ha ido creciendo, y es hoy el segundo más grande de la Comunidad de Madrid”

Es decir, los deshechos urbanos generados entre todos los ciudadanos, terminan por acompañar en su vida diaria a los grupos marginales de la ciudad. Una situación que viene siendo denunciada por colectivos como Ecologistas en Acción Suroeste de Madrid desde hace años y que, en junio de 2020, provocó la entrada del río Guadarrama a su paso por estos municipios en la Lista Roja de Patrimonio de Hispania Nostra.

Vertedero ilegal en las márgenes del río Guadarrama a su paso por Móstoles (Fuente: Sole Pacho, Ecologistas en Acción Suroeste de Madrid).

Resulta paradójico que esta situación conviva con algunas de las figuras de protección ambiental más altas de la normativa nacional e internacional. Conviene recordar que los asentamientos informales de Las Sabinas en Móstoles y Rivera de San Pedro en Arroyomolinos se encuentran situados en el corazón de uno de los espacios más ricos, desde el punto de vista ambiental, de la Comunidad de Madrid. Declarado, en 1999, como Parque Regional del Curso Medio del Río Guadarrama y su entorno, dicha figura cuenta con un Plan de Ordenación de los Recursos Naturales, y debería contar, desde el año 2000, con un Plan Rector de Uso y Gestión del que carece. Por otra parte, la cuenca del río Guadarrama en su conjunto es un espacio integrado en la Red europea Natura 2000 y protegido por la Directiva Hábitats. A su vez cuenta con un Plan de Gestión autonómico que establece las medidas necesarias para asegurarla conservación de los 21 tipos de hábitats naturales existentes en el ámbito.

Los primeros acuerdos para regenerar la zona se produjeron entre la Comunidad de Madrid y los ayuntamientos afectados hace más de una década. Pero no fue hasta 2018 cuando las primeras familias del poblado de Las Sabinas fueron realojadas por el Ayuntamiento de Móstoles, y las infraviviendas derribadas. Aunque la retirada de basuras por parte de los ayuntamientos se ha llevado a cabo en varias ocasiones, nuevos focos vuelven a aparecer. Una situación tan compleja como esta no encuentra solución en la actuación de una parte de las autoridades competentes, sino que es necesaria la actuación conjunta. La presión ejercida por los colectivos de la sociedad civil y la prensa ha logrado, en los últimos meses, impulsar acuerdos entre las administraciones. Aunque queda mucho trabajo por hacer, el problema parece estar, por fin, en vías de solución.

El pasado mes de julio, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico convocó una reunión en la que participaron la Comunidad de Madrid y los ayuntamientos de Móstoles y Arroyomolinos. En ella se aprobó un Plan de Choque que se puso en marcha el pasado mes de octubre. La Confederación Hidrográfica del Tajo, dependiente de dicho Ministerio, inició la contratación de los trabajos para la retirada de los residuos sólidos urbanos del dominio público hidráulico y la zona de servidumbre del río Guadarrama. Por otro lado, la Comunidad de Madrid se hará cargo de retirar los residuos existentes en las vías pecuarias, caminos y parcelas municipales, y de coordinar las labores de vigilancia y seguridad de la zona con los ayuntamientos afectados. Por su parte, el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, a través de la Demarcación de Carreteras del Estado en Madrid, se ocupará del cierre de determinados accesos al cauce desde la A-5 a su paso por el río Guadarrama.

“Una situación tan compleja como no encuentra solución en la actuación de una parte de las autoridades competentes, sino que es necesaria la actuación conjunta

Esta situación es, sin duda, un punto de inflexión. Sin embargo, mientras los ayuntamientos de Arroyomolinos y Móstoles no procedan a la reubicación de las familias y la demolición de las infraviviendas, no se podrá dar por zanjado el asunto. Es más, estas acciones serán transitorias si no se toman medidas que eviten nuevos asentamientos y vertederos en el futuro. Así pues, deberían ir acompañadas por un programa de medidas que surja del análisis complejo y completo de todo el ámbito, y de una adecuada gestión urbana. Medidas de orden diverso como la vivienda social, la protección y vallado de determinadas zonas, la recuperación ambiental del río y los ecosistemas, la construcción de un EDAR (Estación Depuradora de Aguas Residuales) que resuelva la contaminación por vertidos de las urbanizaciones adyacentes al río, o la de un centro educativo para la interpretación del Curso Medio del Guadarrama.

Río Guadarrama en el entorno del Parque Regional, a su paso por Las Rozas de Madrid (Fuente: Sole Pacho, Ecologistas en Acción Suroeste de Madrid).

La presencia de este tipo de asentamientos informales, frecuente en el entorno de las grandes ciudades, pone de manifiesto los desequilibrios existentes aún en los países desarrollados. Una sociedad avanzada como la nuestra debería fundamentar sus principios en la ética, la equidad y la sostenibilidad ambiental. En un momento de crisis como el que estamos viviendo, salir de ella ‘sin dejar a nadie atrás’ no es solo una frase dictada por las altas instituciones europeas, sino un modo de construir un futuro para todas las personas. Como expresó el pasado 31 de octubre ONU-Hábitat (Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos) con motivo de la celebración del Día de las Ciudades, las comunidades son la raíz de las urbes sostenibles. En este caso, como en muchos otros, desheredar a los habitantes de los poblados supone desheredar también al río; y con él, los recursos y ecosistemas de los que dependemos.

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