De gatos callejeros y palomas bravías

Los felinos y palomas que viven en las calles de nuestras ciudades causan daños de distinta gravedad al resto de la fauna urbana 

Opinión de El Guadarramista
Por Jonathan Gil Muñoz (Director)
El ser humano ha creado entornos urbanos imposibles de ser habitados por la mayor parte de la fauna silvestre. Sin embargo, hay un nutrido grupo de animales que ha encontrado en las junglas de asfalto y edificios su hogar perfecto. Vivir cerca de nuestra especie les proporciona alimento y resguardo, aunque esas condiciones favorables han llegado a causar un grave problema de conservación para otras especies e incluso para la conservación del patrimonio cultural. Vamos a verlo con algo más de detenimiento.

En primer lugar nos encontramos con las colonias urbanas de gatos. Desde hace ya años muchas ONG están trabajando en programas cuyo objetivo es el control de su número de forma ética. Se basan en el sistema conocido como CES, es decir, la captura, esterilización y suelta de la mayoría de los gatos de una colonia. A esto se suma el alimentarlos, proveerlos de refugio y controlar el crecimiento de esa población en concreto. Se trata de un sistema, además de caro, muy criticado por la comunidad científica, que no cree en la efectividad de este programa al comprobar diferentes estudios su falta de resultados. Lo que sí es cierto es que los gatos callejeros son una amenaza de primer orden para las pequeñas aves urbanas así como para lagartijas, salamanquesas, etc.

«Los gatos callejeros son una amenaza de primer orden para las pequeñas aves urbanas, lagartijas, salamanquesas, etc.»

Ante esta situación, el control de las poblaciones mediante el sistema CES se queda corto. No hablamos aquí de iniciar ahora la caza de los gatos callejeros, pero sí de la necesidad de poner en marcha otras alternativas de control. Totalmente de acuerdo en que debemos tratar a los gatos urbanos de forma ética, pero no debemos olvidarnos de todos los animales que día tras día cazan y eliminan de nuestro entorno.

Paloma bravía.

Y luego tenemos el problema de las palomas. Parece que la sociedad, al menos una parte importante de ella, ve a estos animales de forma diametralmente diferente que a los gatos. La necesidad de controlar sus poblaciones en muchas ciudades tiene que ver con su elevado número, lo que tiene un impacto negativo en las de otras pequeñas aves con las que compiten por el alimento, como los gorriones, aunque no es su principal problema de conservación en las urbes.

Además, las palomas causan con sus excrementos graves daños a edificios y monumentos, erosionando también el erario público. En muchos lugares de España se está apostando por esparcir pienso esterilizante en plazas y otros espacios públicos. Un despropósito, ya que también lo comen el resto de aves urbanas. Diferentes ONG, como SEO/Birdlife, abogan por métodos selectivos como la limitación de disponibilidad de agua, alimento y de lugares de nidificación para las palomas.

«La necesidad de controlar las poblaciones de palomas en muchas ciudades tiene que ver con su elevado número»

El ser humano al crear hábitats extraños para la naturaleza ha ocasionado, entre otras cosas, este tipo de desequilibrios. Lo que no podemos hacer es demonizar a las especies que ahora causan problemas cuando somos los únicos responsables de esta situación.

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