El Valle de Valsaín protagoniza gran variedad de leyendas serranas debido a la particular orografía que lo caracteriza
De leyendaPor Rosa Alonso
El Valle de Valsaín se emplaza en la vertiente norte de la Sierra de Guadarrama. Con una anchura media de más de cinco km y una longitud de casi 10, alberga pinos, robles y castaños, según la altura a la que nos situemos. La pedanía del mismo nombre, con poco más de 200 habitantes, conserva los restos del primer Real Sitio erigido en España aunque, por desgracia, su palacio fue arrasado a finales del siglo XVII.
Algunas de las leyendas que hemos recuperado sobre este singular emplazamiento son La mujer muerta, El montón de trigo y, por supuesto, La cueva del monje. Esta última, es una de las historias más conocidas de la Sierra por sus atractivas versiones que incluyen ermitaños y druidas. Hoy, recordaremos una de las fábulas menos nombradas, pero también una de las más pintorescas.
La Boca del Asno
En este enclave, el río Eresma discurre entre pinares, ofreciendo un paisaje muy bello durante todo el año. Aquí, se sitúa un área recreativa que permite celebrar variopintos encuentros y huir del calor en la época estival. Este paraje se conoce como la Boca del Asno y posee dos versiones etimológicas: la primera, cuenta la existencia de una formación rocosa semejante a la parte de este preciado animal. Una segunda teoría narra las desventuras de un recién nombrado alcalde y su discurso más famoso.
“La leyenda narra las desventuras de un recién nombrado alcalde y su discurso más famoso”
Se desconoce la fecha de los hechos, pero los serranos conservan en la memoria cómo en la fiesta organizada en conmemoración de los nuevos cargos políticos de la zona, los concejales fueron tomando la palabra para mostrar su agradecimiento a los votantes. Fue entonces el turno del nuevo alcalde y, en ese preciso momento, surgió la leyenda.
Según cuentan, el carácter sencillo e introvertido del nuevo edil, contrastaba con la expectación de sus convecinos. Animado por los mismos, se situó en un lugar elevado y abrió la boca para iniciar el que sería su primer discurso. La mala fortuna hizo que, en aquel preciso momento, un asno comenzara a rebuznar como si de ello dependiera su vida. El alcalde había quedado en ridículo.
Los irregulares sonidos del animal contrastaron con el silencio sepulcral de los allí presentes. El mutismo sólo pudo romperse gracias a las risas y a los aplausos de los vecinos que vieron cómo su alcalde pasaba del bochorno al buen humor. Vencida su timidez, dicen que el nuevo edil pronunció un gran discurso y sin sufrir más contratiempos.
“Vencida su timidez, dicen que el nuevo edil pronunció un gran discurso”
Esta leyenda nos recuerda que las pequeñas historias también forman parte de la tradición serrana y que, no por ser menos relevantes, deben ser olvidadas. Así, con la recuperación de la leyenda de la Boca del Asno, iniciamos un breve descanso que nos llevará a reencontrarnos en septiembre. ¡Feliz verano a todos los lectores de De leyenda!