Pocas aves nos resultan tan cercanas y familiares como la cigüeña blanca, una especie de gran tamaño que lleva siglos nidificando en nuestros núcleos urbanos
Redacción/. Las cigüeñas sitúan sus nidos en todo tipo de construcciones humanas siempre que les brinden un lugar elevado que les otorgue seguridad, además de en árboles o rocas prominentes. Dado que son aves longevas y la construcción de un nido supone un gran esfuerzo, este será reutilizado año tras año y en él crecerán muchas generaciones de cigoñinos que garantizarán la supervivencia de la especie.
La convivencia de cigüeñas en nuestros entornos habitados es posible gracias a la sensibilidad de los propietarios y responsables de esos edificios, normalmente administraciones públicas, autoridades religiosas o empresas que realizan un mantenimiento de los nidos, en colaboración con expertos u organizaciones locales. En España tenemos excelentes ejemplos de administraciones comprometidas con mantener y respetar esta armoniosa convivencia. En la Comunidad de Madrid tenemos el caso, por ejemplo, del Ayuntamiento de Alcalá de Henares. La ciudad Patrimonio de la Humanidad, realiza un mantenimiento periódico de las decenas de nidos de cigüeña que se asientan en sus monumentos e incluso ha diseñado una ruta de las cigüeñas, incluida en su oferta de actividades turísticas.
Y las cigüeñas son solo la punta más visible del iceberg de esa fauna silvestre que vive en nuestros edificios y que forma nuestra valiosa biodiversidad urbana: vencejos, golondrinas, aviones, gorriones, murciélagos, salamanquesas, etc., se han adaptado a través de siglos a vivir en nuestros hogares en busca de lugares seguros para nidificar refugiarse o vivir, tal y como nos explican desde SEO/Birdlife.