Una reflexión navideña (válida para todo el año)

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La Naturaleza nos sigue alertando de lo indefensa que está nuestra sociedad ante de pandemias cuyo origen de encuentra en el tráfico ilegal de de especies silvestres

Opinión de El Guadarramista
Por Jonathan Gil Muñoz (Director)
Este que lee el lector es el último editorial que publicaremos en 2021. Un año en el que hemos vuelto a tratar aquí infinidad de temas siempre relacionados con el medioambiente. Un curso que, por desgracia, vamos a cerrar no todo lo bien que nos gustaría. Y es que, si en los primeros meses del año la situación sanitaria nos permitía volver de nuevo a disfrutar de nuestros tesoros naturales, en estas últimas semanas el repunte de contagios que está causando la nueva variante del COVID, nos está haciendo volver a tiempos que ya creíamos superados, por lo que debemos extremar las precauciones.

“Un año en el que hemos vuelto a tratar aquí infinidad de temas siempre relacionados con el medioambiente”

Este recrudecimiento de la pandemia, aunque con importantes diferencias con respecto a olas anteriores, no hace sino recordarnos una vez más lo débil que es nuestra sociedad humana del siglo XXI frente a virus cuyo origen se encuentra en la propia Naturaleza. A pesar de lo invulnerables que nos llegamos a creer, la Naturaleza muestra de vez en cuando las garras y nos advierte de que, en el momento menos pensado, todo puede cambiar en nuestras vidas. En el caso del COVID, la comunidad científica está de acuerdo en que su origen se encuentra el tráfico ilegal de animales como el pangolín, una especie de pequeño armadillo, cuyas escamas son utilizadas en muchas medicinas tradicionales debido a unas falsas propiedades.

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Pangolines capturados para su tráfico ilegal. (Foto: WWF España).

Aún así, todavía hay muchas personas en la sociedad del siglo XXI, especialmente en las de los países del primer mundo, que creen que el ser humano se encuentra en la cima de la pirámide de la vida en el planeta. Una postura que es sin lugar a dudas es el resumen perfecto de cómo el ser humano se ha ido alejando de lo natural. Un ejemplo lo tenemos todos los días en la televisión. En infinidad de ocasiones vemos lo enormemente incómodos que están los reporteros cuando tienen que tratar un tema medioambiental, del orden que sea, con una persona del campo. Da vergüenza ajena ver al periodista de turno desenvolverse con muchas dificultades en un entorno que no es el suyo ni física ni culturalmente. Un ejemplo revelador de la enorme brecha que existe, y que cada día se hace más grande, entre la gente del medio rural y los urbanitas.

“Todavía hay muchas personas en la sociedad del siglo XXI que creen que el ser humano se encuentra en la cima de la pirámide de la vida en el planeta”

Precisamente, hace sólo unos pocos días, en una de esas grandes ciudades del suroeste madrileño en las que viven cientos de miles de personas, me llamó la atención el elegante vuelo de una mariposa. Es preocupante que algo tan común haya dejado de serlo en las ciudades. El uso de herbicidas químicos a mansalva en los parques y jardines públicos ha acabado prácticamente con las poblaciones de insectos, entre ellas las mariposas. Es decir, que por muchas casas-nido que se instalen en las ciudades con el objetivo de fomentar la presencia de pequeñas aves, es imposible que esto ocurra si después se acaba con su alimento básico. Que luego no nos extrañe que sólo veamos cotorras argentinas sobrevolando nuestras cabezas, al final sólo quedarán en las ciudades aquellas especies más duras y que mejor se adapten.

Y así llegamos al final de este editorial, deseando a nuestros lectores unas muy felices fiestas y próspero 2022.

2 Respuestas a “Una reflexión navideña (válida para todo el año)

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