“Black Friday”, el lado oscuro de la fiesta del consumismo

unnamedGreenpeace denuncia las consecuencias climáticas, ambientales y sociales que tiene el elevado consumo que se genera en “Black Friday” 

Redacción/. Frente al bombardeo de mensajes que incitan a comprar compulsivamente en “Black Friday”, Greenpeace recuerda sus consecuencias climáticas, ambientales y sociales. La organización ecologista las ha publicado bajo el nombre de Black Friday. Día negro para el planeta, un informe donde incide con datos sobre el insostenible ritmo de consumo y cómo las corporaciones exprimen el planeta, así como en las alternativas y demandas empresariales y gubernamentales para que el consumo sea sostenible.

El actual ritmo de sobreconsumo, ejemplificado en fechas como el “Black Friday” (y otras muchas como el “Ciber Monday”), implica un elevado consumo de materias primas, de agua potable y de consumo de energía. Esto tiene graves consecuencias en el medioambiente: destrucción de hábitats, como bosques y océanos; elevada cantidad de emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero, producidos por este uso de energía procedente de combustibles fósiles y del transporte de todos estos productos. A lo que se añade la elevada generación de residuos, principalmente por dos aspectos: los desechos de materiales de un solo uso procedentes del embalaje como plásticos o cartones; y las materias primas no utilizadas o los productos ya hechos que no se han vendido o se desechan tras un corto uso, que terminan en vertederos o en incineradoras y contaminan el aire, el agua y el suelo.

Según se desprende del informe publicado por Greenpeace, el “Black Friday” representa el pico de consumo en la sociedad consumista. Un sistema que comienza en las ciudades, ya que hoy en día el 55% de la población mundial vive en zonas urbanas y se espera que esta cifra aumente hasta casi el 70% en 2050 y el consumo en las ciudades (directa e indirectamente) causan el 70% de todas las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Por ello, la ONG recalca que las ciudades, las empresas y las personas tienen que cambiar para conseguir frenar estas emisiones.

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