La otra cara (a veces) de las fuentes renovables


En algunas ocasiones, la instalación de plantas eólicas o fotovoltaicas está originando importantes impactos negativos sobre el medio rural 

Opinión de El Guadarramista
Por Jonathan Gil Muñoz (Director)
Hoy en día, todos queremos que nuestra sociedad actual sea más sostenible y respetuosa con el medioambiente a corto y medio plazo. En este sentido, es clave la transformación de las fuentes de energía, es decir, abandonar los combustibles fósiles por la energía eólica o la fotovoltaica, entres otras. Este cambio de paradigma que se encuentra firmemente asentado en el imaginario colectivo, está teniendo unas consecuencias muy negativas para nuestro entorno.

“Todos queremos que nuestra sociedad actual sea más sostenible y respetuosa con el medioambiente”

Pongamos el foco en los parques eólicos. Pues bien, ya desde hace más de una década, muchas empresas promotoras de estas instalaciones han empleado artimañas legales de todo tipo para evitar una declaración de impacto ambiental negativa. La más socorrida es la de trocear los proyectos y consiste en presentar a la Administración pública competente una serie de pequeños parques eólicos por separado que en realidad forman parte de uno mucho más grande. De esta forma, un gran número de macro parques eólicos han conseguido hacerse realidad burlando la normativa aplicable y causando un enorme daño al paisaje. Como parece que estamos ahora en eso de que todo sea por las energías renovables, muchos colectivos se han tapado los ojos ante esta realidad. Al igual que con las cientos y cientos de aves que todos los años perecen al impactar con las aspas de los molinos eólicos.

Placas fotovoltaicas.

Ahora vamos a hablar de las plantas fotovoltaicas. Cada día es más común encontrarse con grandes superficies de terreno en las que se han instalado estas nuevas ‘granjas de electricidad’. En no pocos casos, lo que se está haciendo es construir estas plantas en fincas aprovechables económicamente, ya sea para la agricultura o la ganadería. De esta forma el pueblo y la comarca de la que estemos hablando está perdiendo una fuente de dinero y de generación de empleo, originándose en última instancia el abandono de esos pueblos, haciéndose así más grave el problema que se ha venido a llamar la ‘España vaciada’. Y aunque esos terrenos que ahora ocupan las plantas fotovoltaicas fueran baldíos, el impacto paisajístico de estas granjas es también muy grande sobre aquellos lugares donde el turismo rural es un modo de vida, ahuyentando a los turistas que lo que buscan son lugares pintorescos. Y que no nos engañen, estas plantas fotovoltaicas no generan más que un puñado de puestos de trabajo.

“El impacto paisajístico de las granjas fotovoltaicas es también muy grande sobre aquellos lugares donde el turismo rural es un modo de vida”

Nos encontramos así con dos fuentes de energía renovable, ‘verdes’ como muchos las llaman, que en realidad pueden constituir un gran problema si no se hacen las cosas bien. Podemos perder mucho más de lo que esperamos ganar con su construcción. No podemos permitir la destrucción del medio rural y su futuro a cambio de que nuestras grandes ciudades tengan un suministro cada vez mayor de electricidad de origen renovable. Unas urbes que fueron las que en su momento originaron el abandono del campo en pos de espejismos laborales y cuyas consecuencias todavía sufrimos en nuestros días. Es por ello que, una segunda puñalada puede ser el punto final para nuestro medio rural. Energía no contaminante por supuesto que sí, no nos cabe otra, pero no a cualquier precio, por supuesto que no.

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