Un tesoro llamado AGUA (nótense las mayúsculas)

La sed insaciable de la gran urbe de Madrid y la ausencia de lluvias durante el largo y tórrido verano meseteño han encendido todas las alarmas 

Opinión de El Guadarramista
Por Jonathan Gil Muñoz (Director)
El verano está llegando a su fin. Por fortuna, los grandes incendios forestales que han asolado buena parte de la geografía española no han tenido su eco en la Comunidad de Madrid, aunque nos haya dolido igualmente contemplar la voracidad de las llamas. Aún así, en nuestra región tenemos un problema socioambiental de primer orden: el agua. Y es que los embalses madrileños muestran unos niveles alarmantes, tristemente preocupantes.

Embalse de Picadas, en la comarca de la Sierra Oeste de la Comunidad de Madrid.

Porcentajes alarmantes
Vayamos con una serie de cifras ilustrativas del panorama actual en lo que a agua embalsada se refiere en la Comunidad de Madrid. Con los datos publicados por el Instituto de Estadística madrileño delante, vemos que, en el año 2016, en el mes de agosto, nuestros embalses estaban, de media, a un 78,2% de su capacidad total. Por el contrario, en el mismo mes de este año la media estaba en un 65,7%. Y la cosa se pone peor cuando revisamos las estadísticas de algunos embalses madrileños.

“El embalse de Navacerrada estaba en agosto al 38,9% de su capacidad, cuando en 2016 llegaba al 60,2%”

Así, el de Navacerrada estaba en agosto al 38,9% de su capacidad total, cuando en ese mismo mes de 2016 llegaba al 60,2%. Pero hay más embalses que sus niveles actuales ponen en evidencian el gran problema. Es el caso de El Atazar, el gran reserva de agua de Madrid. En 2016, presentaba en agosto un envidiable 88,6% de agua embalsada, cuando en 2017 no llega al 70%. Pero el problema puede hacerse aún más evidente cuando se publiquen los porcentajes correspondientes a septiembre.

Embalse de Valmayor.

En este sentido, la falta de precipitaciones va a hacer que se ponga más de relieve si cabe el problema del agua con unos más acusados declives porcentuales. Así, parece que nuestra suerte depende de las lluvias que traiga consigo el otoño, a corto plazo, y el invierno, ya a largo plazo. Una actitud que desde luego parece más propia de otras épocas y no de este siglo XXI en el que vivimos. En plena era digital, de adelantos tecnológicos constantes y deslumbrantes, me resisto a creer que sólo nos queda mirar al cielo.

Embalse de Navacerrada.

Eficiencia y conciencia
Alcanzar una red de distribución del agua eficiente que reduzca al mínimo las pérdidas del preciado líquido es vita. Cuantas veces habremos visto perderse cientos y cientos de litros por fugas y roturas que tardaban lo indecible en repararse. Un sistema de conducción y distribución eficiente es una cuestión básica como lo es también a concienciación ciudadana. Es necesaria una campaña permanente del agua, en la que se impliquen los medios de comunicación nacionales y que no se circunscriba a situaciones de emergencia.

“Un sistema de conducción y distribución eficiente es una cuestión básica, como lo es también a concienciación ciudadana”

Quizá esto cambiaría con la penalización sin reparos de los consumos de agua de aquellos hogares que sobrepasen lo razonable y estrictamente necesario. En este capítulo no debemos olvidarnos por supuesto de las industrias asentadas en la Comunidad de Madrid. Y no perdamos de vista ni al sector ganadero ni al agrícola. Señores, ¿somos conscientes de los litros que hacen falta para producir un kilo de carne de vacuno en régimen intensivo? Y otra, ¿es sostenible, con nuestro clima extremo, mantener cultivos que necesitan una ingente cantidad de agua?

No, hay demasiadas cosas que corregir de forma inmediata. Es el momento de darle al líquido elemento la importancia capital que tiene.

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