Uno de los `primeros deberes´ de todo fotógrafo de naturaleza es familiarizarse con su entorno habitual más cercano
`Instantes´ Por Mar Pinillos y David Martín www.tenadadelmonte.es info@tenadadelmonte.esEl título de este capítulo pudiera parecer que está invitando a cotillear a nuestros vecinos los humanos como en la famosa película `La ventana indiscreta´ de Alfred Hitchcock. Nada más lejos de nuestra intención, nosotros queremos cotillear, sí, pero a esos otros vecinos que viven junto a nosotros para recordarnos que convivimos en un mismo entorno.
Las fotografías de naturaleza que nos llegan a través de los medios gráficos y que ganan prestigiosos galardones nos deleitan con fabulosas instantáneas de fauna y flora salvaje muy alejada de nosotros. Se `desprestigia´, de alguna manera, lo humanizado, como si los gorriones, las plantas arvenses o las avispas alfareras no fueran `dignos´ de este homenaje.
Sin embargo, los entornos rurales albergan gran diversidad de paisajes de los denominados culturales, con fauna y flora que ha sabido adaptarse a los cambios, habituándose a la convivencia con el hombre y aprovechando su presencia para medrar.
Los entornos rurales albergan gran diversidad de paisajes de los denominados culturales
A nosotros nos gusta recorrer estos paisajes para hacer fotografía de naturaleza. Naturaleza no implica la ausencia del hombre, el hombre es una especie que interacciona con el medio, a veces de forma perniciosa, pero muchas otras de forma armónica generando paisajes de gran belleza y biodiversidad. Qué decir de los entornos vallados que rodean nuestros pueblos, con fresnedas y prados encharcados llenos de orquídeas y narcisos, decenas de especies de gramíneas, multitud de especies de insectos que sacian su apetito en esta variedad floral…
Detenerse a fotografiar en detalle a nuestros vecinos puede reportarnos atractivas instantáneas, como los musgos de la imagen, en los que se aprecian sus estructuras, se juega con las luces y se capta el espacio en tres dimensiones. O el brillo azul metalizado de la golondrina común (Hirundo rustica) que nos visita en primavera y verano o las ingeniosas y poco causales formas de las orquídeas con sus espectaculares coloraciones fugaces en el tiempo.
Es fácil fotografiar aquello más cercano a nosotros, puesto que conocemos sus hábitos, su fisionomía, sus momentos, `están ahí´… Así se pueden captar el crotoreo de una cigüeña en el nido, las peleas entre chovas piquirrojas por colonizar un campanario, la construcción de los nidos de los aviones, el primer vuelo de un colirrojo tizón, la puesta de un sapo corredor, el ciclo biológico de un ombligo de venus, los sedum colonizando las tapias, las avispas alfareras fabricando su nido de barro en el alféizar de nuestra ventana…
Es fácil fotografiar aquello más cercano a nosotros, puesto que conocemos sus hábitos
Se pueden reflejar los cambios estacionales de una forma más cercana: la explosión de color con la floración de las amapolas en los campos de cultivo, el retorno de las abubillas de sus cuarteles de invierno en África, la llegada de las primeras golondrinas en el mes de marzo, los cantos de los machos de las ranitas de San Antonio con sus sacos vocales inflados durante la época de celo, unos padres de cigüeña avezados en la enseñanza de vuelo de sus cigoñinos o el final de la metamorfosis de una libélula en una fuente cercana.
Aprender y experimentar con lo cercano es, quizás, uno de los `primeros deberes´ de todo fotógrafo de naturaleza ya que, aparte de familiarizarnos con nuestro entorno, nos puede reportar bellas imágenes y experiencias e incluso, `quien sabe´, reportarnos un prestigioso galardón.