Pista de las cabras

Los indecorosos restos del destrozo perpetrado hace año y medio en el corazón del Parque Regional de la Cuanca Alta del Manzanares

`el Mirador´
Por Julio Vías

Hace ya año y medio, el martes 27 de abril de 2010, denunciábamos en Desde la Sierra los destrozos causados en la vertiente meridional de la Najarra por la apertura de una pista forestal para acceder a las jaulas-trampa colocadas con el fin de capturar cabras monteses, cuya superpoblación constituye un serio problema en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares.

Con ello, el responsable directo de tal despropósito, José Lara Zabía, jefe del Área de Conservación de Flora y Fauna Silvestre de la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, ingeniero de montes y empedernido cazador, nos devolvió de golpe y porrazo a los años setenta del pasado siglo, a aquellos tiempos en los que el ICONA aterrazaba laderas enteras con excavadoras para repoblarlas con pinos, y en los que se ignoraba olímpicamente cualquier consideración encaminada a conservar los valores geomorfológicos o paisajísticos de las montañas españolas.

Al igual que se hacía en aquella época, en esta actuación se han vuelto a emplear únicamente criterios cinegéticos de tipo productivista, pasando por alto la existencia en la zona de otras especies de fauna muy sensibles a la presencia humana, como la pareja de águilas reales que suele anidar en los abruptos paredones rocosos meridionales de esta montaña. Curiosamente, parece ser que el único biólogo que trabajaba para la Dirección General de Medio Ambiente fue cesado por el señor Lara Zabía en 2009.

No vamos a volver a insistir sobre los irreparables destrozos producidos en esta ladera del Hueco de San Blas el Viejo (uno de los parajes más hermosos y salvajes de la sierra, incluido en la zona de máxima protección del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares), ya que a ellos nos referimos ampliamente en aquella ocasión en Desde la Sierra.

Pero sí queremos recordar, con mucha amargura, que estos daños se podrían haber evitado, simplemente con el empleo de mulas, u otro medio igualmente inocuo, para sacar las cabras capturadas en las jaulas-trampa, métodos mucho más caros pero siempre preferibles a la opción de arrasar y alterar completamente la fisonomía de la montaña, como se ha hecho.

Hace unos pocos días, recorriendo otra vez el escenario del desastre, quien esto escribe pudo tomar la foto que ilustra esta este artículo, tras descubrir con no poco asombro las cadenas de uno de los `bulldozer´ (o cómo demonios se llamen esos destructivos armatostes) tiradas y semienterradas en el talud de la pista forestal.

Sin duda, a la empresa adjudicataria de las obras le resultó más cómodo abandonar estos pesados y engorrosos desechos que retirarlos del monte, como parece obligado en toda actuación encargada por la Consejería de Medio Ambiente. Sus torpes intentos para ocultar los restos fueron inútiles, y gracias a ello aquí va un insustituible documento gráfico que sirve para hacerse una idea del calibre de esta incalificable chapuza…

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