La Mujer Muerta

`De leyenda´
Por Rosa Alonso

“Pero yaces ahí un poco más allá de mi piel y no te veo:
me tocan
con ligero aletear
tus movimientos”.

Fragmento del poema Pero yaces ahí de Efraín Bartolomé.

La Mujer Muerta es un cordel montañoso de la Sierra de Guadarrama, ubicado en la provincia de Segovia, que se extiende a lo largo de casi 11 km. Su pico más alto es la Pinareja, con algo más de 2.000 m. La silueta de sus cumbres recuerda a una mujer tumbada boca arriba, inmóvil, sin vida, origen de leyendas entre los pobladores de este rincón del Guadarrama.

Sobre esta cadena montañosa circulan muchas leyendas e historias populares. La versión menos romántica narra como dos hermanos luchaban sin piedad por convertirse en el líder de su tribu, olvidando los lazos de sangre que les unían. La madre de los antagonistas, ante la posibilidad de ver morir a uno de sus vástagos, ofreció su vida a los dioses a cambio de que reinara la paz. Su sacrificio fue escuchado y, tras su muerte, una gran tormenta dibujó su cuerpo en la montaña, para que cada día sus hijos y futuros descendientes recordaran lo sucedido.

Este mito, que centra su moraleja en la fuerza del sacrificio de la madre, supera a la catarsis de otra de las versiones: dos caballeros que se disputaban el amor de la misma mujer se enzarzaron en una lucha a muerte con espadas, resultando la joven asesinada al interponerse entre los dos. Un final trágico y manido para una época en la que ya hemos visto y oído de todo. Sea como fuere, lo que llama la atención de las dos leyendas es su final común, con la formación de la figura de la mujer que, tumbada y mirando al cielo, no volverá a ponerse en pie.

Una historia llevada al lienzo

Recuerda esta triste fábula a uno de mis cuadros favoritos del Prerrafaelismo: Ofelia, pintado por John Everett Millais en 1852. La protagonista, es uno de los personajes nacidos de la imaginación de William Shakespeare para la obra Hamlet; siendo ésta la novia del Príncipe danés, acabó sus días ahogada en el río, en el que unos dicen cayó por accidente al ir a recoger unas flores de la orilla y otros que fue final de acorde a su locura.

La pintura de Millais es de un realismo que sobrecoge el alma: el cuerpo de Ofelia sin vida, con la expresión en el rostro del que ha contemplado el mayor horror de este mundo, discurre por las aguas del río en busca de un desenlace que la escena no muestra. Es la figura de una mujer frágil, de una joven despreciada, de la amante olvidada nada más abandonar este mundo y, finalmente, del sacrificio difícilmente entendible.

Tres mujeres de historias diferentes pero, probablemente, sacadas todas de la imaginación de alguien que jugaba a encontrar figuras en el horizonte y que perdurarán en la Historia.

Con todo mi cariño a los que siguen imaginando entre nubarrones.

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