Un tesoro natural bajo nuestros pies

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El suelo, un bien natural en el que pocas veces reparamos, tiene una importancia vital para la conservación del medio natural 

Opinión de El Guadarramista
Por Jonathan Gil Muñoz (Director)
Existe un recurso natural en el que rara vez pone el foco la opinión pública. Sabemos de sobra de la importancia de un aire limpio, del agua potable, pero pocas veces reparamos en lo vital que es para nuestra sociedad el suelo que pisamos. Mientras que en las ciudades sólo es posible sentirlo bajo nuestros pies cuando paseamos por un espacio verde, en el medio rural, es más común encontrarlo a simple vista, aunque no por ello está mejor cuidado.

En las ciudades, lo normal es que todo el territorio que ocupan esté asfaltado o urbanizado, lo que nos puede dar la sensación de seguridad, de sociedad avanzada y rica, pero no es así. Crear una película impermeable sobre la tierra da como resultado que cuando llegan las lluvias torrenciales, algo cada vez más frecuente debido al cambio climático, el sistema de alcantarillado sea incapaz de digerir toda esa agua. Esto no ocurriría, o por lo menos sería mucho menos grave, si dejáramos que la tierra absorbiera y recondujera esa agua por los canales subterráneos naturales, lo que serviría también para rellenar los maltrechos acuíferos subterráneos.

“En las ciudades sólo es posible sentirlo bajo nuestros pies cuando paseamos por un espacio verde”

Aún siendo un recurso finito, los planes urbanísticos de las ciudades por lo general tienden siempre a la expansión. Pocas veces se tienen en cuenta las zonas ya urbanizadas que pueden ser redefinidas. Muchos urbanistas y arquitectos apoyan esta visión que consiste en rehabilitar edificios industriales, o incluso barrios enteros que antes tenían este uso, para, de esta forma, recuperar zonas en declive dentro de la ciudad que podrían convertirse en caldo de cultivo de la marginalidad. Además, se evita así la expansión de la ciudad mediante la colonización de hectáreas y hectáreas de suelo hasta ese momento libres que permanecerá intacto y podrá destinarse a otros usos compatibles con su conservación.

Claro que, igual que hablamos de rehabilitar o reconstruir, también tenemos que poner sobre la mesa la deconstrucción cuando sea necesario. No siempre, debido a los costes sobre todo, se puede acometer la rehabilitación de edificios sin uso. Es entonces cuando se debería apostar por la demolición como forma de conseguir espacios libres de construcciones dentro de las ciudades o, si hablamos del medio rural, para recuperar un paisaje librándolo de estructuras que nunca debieron levantarse allí. En este sentido, en el campo también se maltrata al suelo de otras muchas formas, como por ejemplo con el uso indiscriminado de fertilizantes, herbicidas, y un largo etcétera de productos químicos, que además de ser muy negativos para la fauna y flora, contaminan el agua.

“Además de rehabilitar o reconstruir, también tenemos que poner sobre la mesa la deconstrucción cuando sea necesario”

Esta es sólo una aproximación, lo que se pretende es que el lector tome conciencia sobre la gran importancia que tienen los suelos bien conservados así como la recuperación y rehabilitación en beneficio de la sociedad y del medio ambiente de los que fueron ocupados sin ninguna lógica. Hay mucho trabajo por delante, pero el reto es apasionante y la recompensa es incalculable.

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