La defensa pacifista del planeta ha sido el motor de la organización a lo largo de su historia
Redacción/. Hace 50 años una tripulación de doce personas no consiguió detener unas pruebas nucleares pero sí contar una historia de paz y ecología enfrentándose al poder con valentía. Ese viaje fue el origen de Greenpeace, un movimiento por la defensa de un planeta verde y en paz, que cumple este año su 50 aniversario.
La directora ejecutiva de Greenpeace Internacional, Jennifer Morgan ha declarado: «Mientras conmemoramos 50 años desde el primer viaje de Greenpeace, la pérdida de biodiversidad se acelera, la emergencia climática se agudiza y la desigualdad crece». A lo largo de estas cinco décadas ha habido muchas campañas y victorias para exigir un futuro verde, pacífico y justo. Greenpeace continúa trabajando como parte de un movimiento global para cambiar el sistema y garantizar que las personas y el planeta se antepongan al beneficio económico y a la contaminación».
«Mientras conmemoramos 50 años, la pérdida de biodiversidad se acelera, la emergencia climática se agudiza y la desigualdad crece»
Con presencia en más de 55 países, gracias a decenas de millones de personas voluntarias, socias y simpatizantes, Greenpeace ha luchado en innumerables campañas junto a sus aliados en este movimiento: bloqueando y poniendo fin a las pruebas nucleares y al vertido de desechos tóxicos en el mar; estableciendo una base en la Antártida y presionando por la protección de este continente durante 50 años; investigando a las grandes corporaciones contaminantes; interponiéndose entre las ballenas y los arpones balleneros; y junto a comunidades, pueblos indígenas, sindicatos y aliados de todo el mundo, luchando para asegurar un futuro justo, verde y pacífico.
Greenpeace trabaja para preservar nuestro medio ambiente natural; para reducir nuestras emisiones globales con el fin de prevenir los impactos más catastróficos del cambio climático; para transformar los sistemas que afectan nuestra producción de alimentos; para conseguir proteger el 30% de los océanos para 2030; para recuperar los bosques ancestrales que son clave para la biodiversidad; y para buscar la justicia climática en nombre de las comunidades vulnerables ya afectadas por la emergencia climática en curso.