Tras la pista del conejo de monte

conejo
El conejo es uno de los mamíferos más abundantes de nuestro país, cuyo rastro en el medio natural está asociado en muchas ocasiones a sus orines 

Naturaleza al descubierto
Por Jorge Ortiz González, EIMA Escuela de Medio Ambiente y Alicia Page Quicios, bióloga
El conejo de monte (Orctolagus cunniculus) es una de las especies más abundantes de nuestro país, pero su importancia ecológica no radica sólo en su elevado número de ejemplares, sino en la gran cantidad de cambios que es capaz de realizar en el ecosistema. Por poner algunos ejemplos sirve como base para la alimentación de más de 20 especies como el lince, el meloncillo, el águila imperial o el buitre negro y como alimento puntual para más de 40. Modifica la estructura de la vegetación mediante el continuo pisoteo, la destrucción de algunas semillas y dispersión de otras en el interior de su tracto digestivo.

De igual modo, puede llegar a transformar los ecosistemas al depositar grandes cantidades de nutrientes en sus letrinas y la construcción de sus madrigueras no solo aporta refugio a infinidad de especies de fauna sino que llega a modificar la tasa de infiltración de agua y nutrientes en el suelo. En este nuevo artículo de Naturaleza al descubierto aprenderemos a identificar los rastros dejados por el lagomorfo en el transcurso de todos estos procesos.

Excrementos
Contrariando toda lógica, o mejor dicho toda lógica humana, los conejos vuelven a consumir sus propias heces tras ser defecadas. Este comportamiento conocido como coprofagia permite a algunos herbívoros aprovechar los nutrientes que no extrajeron durante la primera digestión del alimento, de un modo muy similar a la rumia realizada por algunos ungulados .Tras finalizar la segunda digestión, los conejos expulsaran heces duras y esféricas de diámetro algo inferior a los 10 mm.

“El conejo puede llegar a transformar los ecosistemas al depositar grandes cantidades de nutrientes en sus letrinas”

Los excrementos son depositados en letrinas que utilizarán para la defensa del territorio sí se encuentran situadas en los límites de este o para la orientación de los miembros del clan, si se localizan en las bocas de las madrigueras. Sea como fuere, el aporte continuo de nutrientes en determinados puntos del territorio, a veces durante varias generaciones, termina por modificar el flujo de nutrientes del ecosistema. Llegando a formar parches con altísimas concentraciones de nitrógeno y fosforo o lo que es lo mismo, conformando auténticas ‘islas de fertilidad’ que son aprovechadas por infinidad de las plantas amantes del nitrógeno (nitrofilas).

Letrina de conejo, obsérvese la vegetación nitrófila en sus alrededores.

Las letrinas de conejo también suponen un fuerte atractivo para la fauna entomológica, no solo por la gran cantidad de polinizadores que son cautivados por la vegetación adyacente, sino también por la enorme afluencia de insectos seducidos por ‘la propia mierda’. De hecho, se cree que el altísimo número de especies de escarabajos coprófagos endémicos de nuestro país se lo debemos precisamente a dichas letrinas, pues han sido determinantes en la diversificación de estas especies, a veces llegando a generar adaptaciones especiales para su masticación como dentículos prominentes o molares bien desarrollados.

Rascaduras
Las letrinas no son la única marca territorial expuesta por los conejos hacia los miembros de clanes vecinos. Se ha descrito que los machos dominantes reaccionan ante la mirada de otros machos, escarbando el terreno para dejar las marcas olorosas producidas por sus glándulas plantares e interdigitales. Posteriormente orinan (y en ocasiones defecan) sobre el montoncito de tierra húmeda extraída del agujero, de ese modo crean una segunda marca olfativa (e incluso una tercera) que demostrará a su rival quien manda.

Por último, frotan sus glándulas submandibulares contra el sustrato, impregnándolo con hormonas de familiaridad para inhibir la agresividad y nervios generados en su organismo por los comportamientos anteriores. Esta cadena de movimientos, aparentemente inocua para el ecosistema en el que viven, es realizada regularmente en diferentes puntos del territorio durante generaciones, contribuyendo no solo a la redistribución de los nutrientes, sino también a mejorar la tasa de infiltración del aire, agua y nutrientes en el sustrato y evitar la compactación de este.

Las letrinas no son la única marca territorial expuesta por los conejos hacia los miembros de clanes vecinos

conejo huella_naturaleza al descubierto

Mano de conejo.

Madrigueras
Al contrario que las liebres, los conejos excavan madrigueras que utilizan para refugiarse y criar. Cuando las densidades de la especie son altas y el sustrato es adecuado, un solo clan de conejos puede excavar más de 150 de bocas de madriguera, creando una especie de ciudad subterránea. Estas madrigueras no solo sirven como refugio contra los depredadores, sino también contra las adversidades climáticas, atenuando la temperatura y humedad existentes en el exterior. Además de los conejos, infinidad de especies de mamíferos como meloncillos, zorros, tejones o musarañas, así como multitud de reptiles son capaces de aprovechar estas construcciones para refugiarse y criar.

Las madrigueras de los conejos suelen encontrarse en terraplenes o zonas húmedas, donde es más fácil excavar y son reconocibles a simple vista gracias a la gran cantidad de bocas circulares de diámetro variable (15-40 cm) que presentan. Conocer los hábitos de la especie nos permite incluso saber si dichas madrigueras se encuentran o no ocupadas. Normalmente las hembras, encargadas de su mantenimiento, depositan pequeñas cantidades de excrementos en la entrada de las madrigueras ocupadas para favorecer su reconocimiento por parte de otros miembros del clan. Si en lugar de encontrar dichas heces lo que observamos son restos de hojas o telarañas en la entrada, tendremos la prueba inequívoca de que dicha boca se encuentra abandonada ¡Pero cuidado! Puede que otras entradas de la misma madriguera sí estén ocupadas.

Huellas
Los conejos, al igual que las liebres, presentan las plantas de sus pies completamente cubiertas de pelo, por lo que es muy difícil que dejen una huella bien definida. Lo más frecuente es que únicamente dejen una serie de pequeños hoyitos y marcas de uñas en forma de ‘Y‘ que los rastreadores aprendemos interpretar como rastros de paso de conejo. Estas sendas son muy fáciles de encontrar en los alrededores de las madrigueras donde su continuo pisoteo de la vegetación termina por compactar la tierra dificultando el crecimiento de plantas y modificando una vez más el ecosistema en el que viven.

Roeduras
Al igual que los roedores, los conejos utilizan sus incisivos para roer la vegetación antes de su ingesta. Cuando dicho mordisqueo se realiza sobre plantas herbáceas, suele ser difícil su asignación a una u otra especie, sin embargo, cuando lo encontramos sobre cortezas o semillas podemos identificar al autor del rastro atendiendo a factores como la altura a la que se encuentra el rastro o el grosor de los incisivos.

La cantidad de rastros e indicios producidos por esta especie puede ser infinita pues debido tanto a su abundancia como a su condición de especie presa ni siquiera acaba con su muerte. En posteriores artículos trataremos la identificación de sus restos mortales, pues es muy frecuente encontrarlos en el campo.

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