Este tipo de afirmaciones tienen por objetivo obligar a elegir al ciudadano entre el lobo o ganadería extensiva
el Mirador
Por ‘Uno que pasaba por ahí’
El pasado 5 de abril, la ciudad de Ávila apareció ‘engalanada’ con diversas pancartas con la inscripción: Por la supervivencia de la ganadería extensiva: NO AL LOBO. Dichas pancartas aparecían firmadas por ASAJA, COAG, UCCL y UPA. En este enlace puede conocerse de primera mano cómo algún medio local se hizo eco de los hechos.
Como buen ciudadano abulense que paga sus impuestos municipales, y deseoso de participar de la vida pública, recojo el guante de esas pancartas y reflexiono sobre el asunto que plantean. El mensaje que dichas asociaciones quieren trasladar al conjunto de los ciudadanos es claro: chuletón o lobo. La primera consecuencia de dicho planteamiento es que se excluye cualquier posibilidad intermedia que apueste por la convivencia de la ganadería y del lobo, relegando tal posibilidad a un mero planteamiento teórico propio de ecologistas, urbanitas y burócratas europeos totalmente alejados de la realidad del medio rural.
La segunda consecuencia consiste en que la ingente cantidad de dinero que desde la Unión Europea se destina a la conservación del lobo y su hábitat, especie que goza precisamente en la provincia de Ávila del máximo grado de protección por ser un territorio situado al sur del Duero, debería ser devuelta a Bruselas. No hay ninguna razón para dudar de la honestidad del gremio de la ganadería extensiva, y sin lugar a dudas sería muy poco honrado recibir fondos por compensación de ataques de lobo al ganado con una mano e instigar a la exterminación del mismo con la otra. En un simple ejercicio de coherencia y honradez, lo que toca es denunciar ante la Comisión Europea la situación y cortar el grifo de las ayudas al sector de la ganadería extensiva.
“El mensaje que dichas asociaciones quieren trasladar al conjunto de los ciudadanos es claro: chuletón o lobo“
Aunque sea habitual disfrazar los intereses particulares, en este caso de la ganadería extensiva, como si fueran generales, de todos, la estrategia está condenada al fracaso, vamos, que no cuela. El ciudadano no es tonto, y tampoco suele ser empresario de la carne, lo que implica, de entrada, que no tiene motivos para apoyar sin más la posición de los ganaderos. Que el campo esté infestado de vacas y esquilmado de riqueza natural solo beneficia a unos pocos, los ganaderos, eso sí, mucho, y es que la rentabilidad del negocio de la carne de vacuno en extensivo es titánica, sobre todo en las condiciones que quieren imponer los ganaderos del sector, esto es, hacer del campo una inmensa explotación ganadera al aire libre en la que sus vacas no sean molestadas por nada, lo que supone mucho menos trabajo y costes.
Cuanto más formación menos manipulación. Datos contrastados hay muchos para que el ciudadano racional apueste por la supervivencia del lobo. Más allá de la obvia, pero no menos grave, deforestación asociada a las necesidades de pasto, sorprenden los datos que van trascendiendo y a la vez concienciando a la opinión pública acerca del devastador impacto medioambiental real que implica la producción de carne de vacuno, tal como el despilfarro de agua, la elevadísima emisión de gases de efecto invernadero y la contaminación de suelos y aguas entre otros.
Desarrollo rural sostenible. Claro ejemplo de este enfoque, que se abre paso con fuerza, y que apuesta por el desarrollo respetuoso con el medio ambiente, lo encontramos en la propia provincia de Ávila y las recientes luchas ciudadanas, con victoria final, frente a diversos proyectos de explotaciones mineras a cielo abierto que querían implantar por la provincia y que se han desestimado, en gran medida, por la oposición ciudadana. La apuesta del desarrollo rural se orienta ya, aunque algunos no se hayan enterado, a la conservación del patrimonio natural y no a su explotación como mero recurso natural.
“Queda claro, pues, que atendiendo a motivos objetivos, racionales y de interés común, deberemos apostar por el lobo“
Queda claro, pues, que forzados a elegir, y atendiendo a motivos objetivos, racionales y de interés común, deberemos apostar por el lobo. Si, como rezaban las pancartas, la supervivencia de la ganadería extensiva está en juego, no es por la existencia del lobo sino por la insistencia del sector en un modelo productivo desfasado que deberá ajustarse a las nuevas condiciones, empezando por respetar escrupulosamente la normativa medioambiental europea y estatal. Condiciones que emanan precisamente de los intereses de una sociedad más concienciada y responsable. Una sociedad más justa en la que lejos de sobrar lobos, sobran explotaciones de vacuno extensivas, de altísimo rendimiento económico para sus propietarios a cuenta del brutal coste medioambiental que pagamos todos.
Una respuesta a “Lobo, no; todoterrenos de lujo, sí”