Metidos de lleno en la gran diáspora veraniega, los guadarramistas debemos llevar con nosotros el espíritu de esta corriente cultural
Opinión de El Guadarramista
Por Pablo Esteban (Subdirector)
España entera se lanza a la carretera. No es un lema colegial de autobús, es la vida misma. Llegan las ansiadas vacaciones, salvo para unos cuantos, a los que la economía no les da un respiro. Playa, montaña o ambos. Sea lo que sea, lo que nunca debe faltar en la maleta es el civismo. El ocio y el descanso no son incompatibles con el respeto por los demás y el entorno.
El guadarramismo tampoco es ajeno al periodo vacacional y también hace las maletas. Los que participamos de esta corriente cultural y medioambiental salimos de nuestro ‘hábitat natural’ con destino a otros lugares de la geografía nacional e internacional, pero no debemos dejar en casa el espíritu guadarramista. Todo lo contrario. Tenemos que hacer gala de los valores propios de este movimiento, como la conservación, la responsabilidad y la sostenibilidad.
Curados de espanto de vivir en sus propias carnes la intolerancia por parte de algunos forasteros indeseables, los guadarramistas no podemos caer en el mismo error. Por desgracia, el incivismo suele contagiarse con más facilidad que la educación. Esperemos que las malas experiencias padecidas en nuestra región sirvan de antídoto contra cualquier posibilidad de bajar la guardia en el respeto durante las vacaciones.
“Las vacaciones suponen una gran oportunidad para homenajear el espíritu guadarramista“
El guadarramismo no se limita a nuestra Sierra. El carácter propio de esta corriente no se despliega únicamente durante la permanencia en el Guadarrama o cuando se habla de esta comarca. Va mucho más allá. Es hacer gala de su espíritu en cualquier momento y lugar. Es disfrutar de los destinos vacacionales desde una perspectiva provechosa: apostando por el patrimonio cultural, histórico y natural de cada territorio.
No hay fronteras que detengan el guadarramismo. Las vacaciones suponen una magnífica oportunidad para rendir un sincero homenaje a nuestra tierra a través de una actitud responsable que demuestre el verdadero sentimiento guadarramista. Ya sea en la playa o en la montaña.