Especulación de altura

`el Mirador´
Por José Luis Díaz
Secretaría de Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente
CCOO de Madrid

 El futuro parque nacional de Guadarra sólo protegerá las cumbres

El entramado urbanístico-especulativo acogió con disgusto e inquietud el proyecto de creación de un parque nacional en el Guadarrama iniciado en el año 2002 por Gallardón, con total respaldo social y político. El motivo era evidente: entre las principales finalidades del proyecto estaba, como no podía ser de otra manera, poner fin al “enladrillado masivo” de un territorio que ya entonces sufría daños irreversibles.

Casi una década después, dicho entramado respira más tranquilo: el Gobierno Aguirre se ha “cargado” el proyecto, desvirtuándolo completamente mediante sucesivos recortes, tan drásticos como injustificables, convirtiendo la propuesta de parque nacional (en adelante, PN) en una lastimosa “caricatura” de lo que debería ser: tan sólo 21.740 has de “cumbres”, de forma que no interfiera ni moleste a los crecimientos urbanísticos previstos en las zonas bajas.

Poco importa que la comunidad científica –a quien se encargó el estudio del proyecto con un cuantioso gasto de dinero público– propugnara una extensión mínima para el PN superior a las 60.000 has, más una franja exterior de protección de otras 40.000.

El cambio de la denominación del proyecto, de “PN de la Sierra de Guadarrama” a “PN de las Cumbres de la Sierra de Guadarrama”, ilustra a la perfección la magnitud del “tijeretazo”.

Bien sabe el Gobierno regional que el Guadarrama no sólo son cumbres; y bien sabe que el piedemonte y las zonas bajas -que ha dejado fuera y a merced del ladrillo-, son precisamente las más importantes desde un punto de vista ecológico debido a su mayor productividad y diversidad biológicas. También sabe que su propuesta es una pantomima: permite incluso urbanizar actuales prados adehesados (fresnedas, rebollares, encinares y pastizales), auténticas joyas biológicas que habría que proteger a toda costa por ser uno de los ecosistemas más valiosos y de mayor representatividad del Guadarrama –principal criterio de un PN- y por su inestimable función hidrogeológica.

Por si fuera poco, las reformas “a la carta” a la ley del suelo regional permitirán reclasificar suelo mediante modificaciones puntuales del planeamiento, amplían las posibilidades de hacer campos de golf y edificar en suelo no urbanizable de protección. En idéntica línea se aprobó una ley para “tapar los ojos” a los agentes forestales sobre los montes privados, que el Constitucional mantiene suspendida cautelarmente.

En definitiva, el Gobierno regional madrileño ha allanado el camino para que buena parte de los cuatro campos de golf (Guadarrama, Miraflores de la Sierra, Buitrago del Lozoya y Soto del Real) y las casi 50.000 nuevas viviendas -incluyendo el suelo reclasificado a urbanizable no sectorizado– previstos en el ámbito de ordenación puedan hacerse realidad en la próxima década, ampliando en casi 150.000 nuevos habitantes la población de un territorio ya “agotado” urbanísticamente, sobre el que lo único razonable sería declarar una moratoria urbanística de forma previa a su total y definitiva protección. (…).

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