Aunque su conciliación en la actualidad puede ser difícil, conseguir aunar ambos cuestiones puede representar una poderosa arma conservacionista
Opinión de El Guadarramista
Por Jonathan Gil Muñoz (Director)
Con la perspectiva que ofrece el tiempo que han trascurrido ya desde que se clausurara el pasado domingo una nueva edición de FITUR, es buen momento para poner sobre la mesa algunas impresiones. En este sentido, poco a poco esta gran feria del turismo nacional e internacional vuelve a las cifras previas a la pandemia. Una buena noticia si tenemos en cuenta el impacto económico que tiene en la ciudad de Madrid y la propia región esta importante feria. Una cita ineludible para el sector turístico a escala internacional.
Una vez más, han sido muchos los pueblos madrileños, y comarcas, que se han dejado ver en FITUR ya fuera con stand propio o bajo el paraguas de la Comunidad de Madrid. Un número que va en ascenso, lo que pone de manifiesto la creciente importancia del turismo de interior dirigido especialmente a las millones de personas que habitan en la Comunidad de Madrid. Es la mejor manera de poner en valor la enorme riqueza natural e histórica que encontramos dentro de los límites de nuestra región y que en muchos casos desconocen incluso los que han nacido bajo las estrellas que forman la bandera autonómica.
“Una vez más, han sido muchos los pueblos madrileños, y comarcas, que se han dejado ver en FITUR”
Hasta aquí todo bien, pero como sucede siempre que nos ponemos críticos con algo, todo tiene su cara menos positiva. En este sentido, las incontables posibilidades turísticas internacionales que se le ofrecieron al visitante de FITUR estaban supeditadas casi en su totalidad al uso del avión como medio de transporte. Y ya sabemos la huella de carbono que tiene, aunque no seamos plenamente conscientes de ello. Pero es que además este tipo de turismo de masas lejos de aumentar la conciencia ambiental de los turistas lo que fomenta es un turismo de foto. Es verdad que, aunque de forma muy minoritaria, también había alternativas en FITUR, pero muy pocas.
Y con respecto al turismo regional, pasa un poco lo mismo, pero a escala, lógicamente. No hay ya ni un solo rincón natural de la Comunidad de Madrid que no se haya inundado de turistas al ponerse de moda tras la aparición en las redes sociales de la publicación de turno del o la influencer del momento. Algo especialmente peligroso si en la ecuación incluimos un entorno natural especialmente frágil y los más de seis millones de habitantes que vivimos en la Comunidad de Madrid. El resultado es un turismo devorador y consumista que da como resultado la masificación y la destrucción de los tesoros naturales de la región.
“No hay ya ni un solo rincón natural de la Comunidad de Madrid que no haya inundado de turistas”
Como la conservación del medio natural -y el patrimonio histórico- no puede descansar por el momento en la conciencia y educación ambiental (cuyo Día Mundial, por ciento, se celebra el 26 de enero) se deben tomar las medidas adecuadas para salvaguardas estos espacios. El mejor ejemplo es el hayedo de Montejo de la Sierra, un bosque privilegiado que sólo se puede visitar con cita previa y cupos controlados. Por el contrario, el lado opuesto lo encontramos en el puerto de Navacerrada que con la llegada de la nieve se ha colapsado estos días por la llegada masiva de personas, desde el lado madrileño, apunto.
El turismo puede ser una herramienta muy importante para despertar la conciencia medioambiental de la ciudadanía, pero sólo si se lleva en el equipaje las ganas de que sea lo que guíe siempre nuestros pasos.
Pingback: Turismo y educación ambiental — – Jessica Corona