Durante un viaje, ya sea por carretera o en tren, podemos disfrutar de la naturaleza si tenemos un poco de paciencia y sabemos dónde mirar
Opinión de El Guadarramista
Por Jonathan Gil Muñoz (Director)
Con estas líneas publicamos el primer editorial de 2022 con la esperanza de que este curso nos traiga sólo cosas positivas. Aunque de sobra sabemos que eso es prácticamente imposible -es más fácil que nos toque la lotería- tenemos que encarar el nuevo año de forma positiva, además, todavía tenemos en la retina todo lo que hemos disfrutado durante estas fiestas, y lo que nos queda.

Gorriones molineros posados sobre el techo de una caja nido. Foto: Elena Tena.
En este sentido, han sido muchos los madrileños y visitantes llegados de otros rincones de España (y de más allá) que con motivo de estas fiestas navideñas se han desplazado por nuestra región para visitar algunos de los pueblos y paisajes más representativos de nuestra Comunidad Autónoma. Durante esos desplazamientos, realizados mayoritariamente por carretera, tanto el conductor como el resto de ocupantes del vehículo han tenido la oportunidad de contemplar muchos pequeños guiños de la naturaleza que dan cuenta del enorme patrimonio natural que posee la región.
“Muchos madrileños y visitantes se han desplazado por nuestra región para visitar algunos de los pueblos y paisajes más representativos”
Si se circula por carreteras secundarias a una distancia prudencial de la ciudad de Madrid y de los grandes núcleos urbanos madrileños, podemos contemplar durante estas fechas, por ejemplo, infinidad de nidos que ahora son perfectamente distinguibles colgados de las ramas desnudas de los árboles caducifolios que crecen unos metros más allá de los márgenes de casi cualquier carretera comarcal madrileña. De hecho, ayuda mucho el inusual tiempo de altas temperaturas que estamos teniendo desde hace ya semanas y que están muy lejos de ser las normales para esta época del año en la Comunidad de Madrid.
Si seguimos con los ojos bien abiertos dentro del coche, o del tren o del autobús, también será muy probable, si circulamos por el medio rural madrileño, observar el vuelo circular de milanos negros o reales en busca de alimento, incluso, podremos llegar a distinguir en cotas más altas la presencia majestuosa de buitres leonados o incluso negros. Con respecto a los milanos, es muy habitual verlos sobrevolar las carreteras puesto que también son carroñeros y como las urracas, darán cuenta de aquellos desafortunados animales que hayan muerto tras ser atropellados o hayan quedado malheridos, que también ocurre.

Milano negro. (Foto: D.A. de Lucas).
Y es que, en que las cunetas de las carreteras madrileñas se dan cita muchos carnívoros oportunistas en busca de alimento, aún a riesgo de ser víctimas del tráfico rodado, una de las principales causas no naturales de mortalidad de la fauna silvestre madrileña. Una seria amenaza para nuestra biodiversidad que ha crecido en las últimas décadas como consecuencia de la construcción de nuevas carreteras y el aumento del tráfico. A pesar de que existen soluciones como los pasos subterráneos o las pasarelas, a día de hoy sólo se pueden ver en autovías y autopistas, y en un número muy reducido, por lo que siguen registrándose cientos y cientos de atropellos de fauna silvestre en la región cada año.
“En que las cunetas de las carreteras madrileñas se dan cita muchos carnívoros oportunistas en busca de alimento”
Cuando se habla de la observación de la naturaleza sucede que, aunque no se pretenda, se pasa de hablar de la pura observación de la fauna silvestre, a señalar, sin solución de continuidad, los peligros que la amenazan, en este caso el tráfico rodado.