Quizá la producción literaria más relevante sobre la Guerra Civil y el Guadarrama no pertenezca precisamente a un autor nacido en tierras españolas, sino en Estados Unidos
Milenaria
Por Jaime Sanz Burdiel
Ernest Hemingway (1899-1961) fue, al igual que John Dos Passos, comenzó su vida itinerante como conductor de ambulancia durante la Primera Guerra Mundial. Poco después, como corresponsal en París, pudo visitar en 1923 las fiestas de San Fermín en Pamplona, donde se ha erigido una estatua suya, y más sitios de España, como la Sierra de Guadarrama:
No dormí mucho aquella noche en el expreso. A la mañana siguiente desayuné en el vagón restaurante mientras contemplaba por la ventanilla el paisaje rocoso y cubierto de pinos que se extiende entre Ávila y El Escorial. Un paisaje gris, frío e inacabable bajo el sol, y que me importaba un comino.
(Hemingway, E., 1926)
Hemingway, E. Fiesta (The Sun Also Rises). Bruguera, Barcelona, 1985, pp. 279-280.
No sospecharía Hemingway que en esa misma sierra que le importaba un comino se vería envuelto en la Guerra Civil española como corresponsal para la North American Newspaper Alliance. Sin embargo, antes de la Guerra Civil volvería a España, para trabajar durante el verano de 1929 en Muerte en la tarde, un ensayo sobre corridas de toros publicado en 1932:
Y aunque Madrid no tuviera más que su Museo del Prado, valdría la pena de ir a pasar allí un mes todas las primaveras si uno tiene dinero suficiente para pasarse un mes en una capital europea. Pero cuando se puede tener al mismo tiempo el Prado y los toros, con El Escorial apenas dos horas al Norte y Toledo al sur, con una buena carretera que os llevará hasta Ávila y una buena carretera que os llevará a Segovia, y a un paso de Segovia, La Granja, se experimenta realmente una pena muy grande pensando que, al margen del problema de la inmortalidad, será preciso morirse algún día y no volverlo a ver.
(Hemingway, E., 1932)
Hemingway, E. Muerte en la tarde. Editorial Planeta, 1968, p. 70.
Para narrar la Guerra Civil española, el escritor norteamericano llegó a España a principios de 1937, convirtiéndose en uno de los pocos periodistas extranjeros que conocían bien el país antes del estallido de la contienda, obteniendo un buen conocimiento sobre municipios estratégicos en la zona del Guadarrama:
Salió de la habitación llena de humo y de voces y se fue al dormitorio; se sentó en la cama y se quitó las botas. Como aún oía las voces, cerró bien la puerta y abrió la ventana. No se tomó el trabajo de desnudarse, porque tenía que salir a las dos de la madrugada para Colmenar, Cercedilla y Navacerrada, hasta el lugar del frente en que Golz iba a atacar.
(Hemingway, E., 1940)
Hemingway, E. Por quién doblan las campanas. Círculo de Lectores, S.A., Barcelona, 1972, p. 416.
En el próximo artículo continuaremos con la obra Por quién doblan las campanas y el contexto, tanto realidad como ficción, que rodeó a la obra.
Pingback: Ernest Hemingway y la Sierra de Guadarrama (I) – novoartess