Un artículo de Antonio Machado sobre ‘Walden, o la vida en los bosques’ de Thoreau


A Eduardo Martínez de Pisón

el Mirador
Por José Arias Martínez.
Escritor y profesor de literatura
En 1907 publica Antonio Machado -escritor que a lo largo de su vida cultivó intensa amistad con el Guadarrama- un interesante artículo sobre el libro Walden, o la vida en los bosques, que Henry David Thoreau compuso durante su solitaria estancia en los bosques de Concord (Massachusetts), a orillas de la laguna de Walden.

Obra de referencia en el ámbito de los libros de viaje a la naturaleza, influyó notablemente en la literatura norteamericana, aunque no se ciñó solo a ella: Proust, Hawthorne, Emily Dickinson, Henry James, F. Scott Fitzgerald, Tolstói, D.H. Lawrence, Yeats, Henry Miller, Kerouac, Snyder, Hemingway… engrosan el círculo de sus admiradores. Sin olvidar al propio Machado, lo que muestra que conocía las corrientes culturales más avanzadas de la época, y no solo las europeas. Por lo demás, Walden, que mantiene plena su vigencia, tuvo incontables seguidores que llevaron a la práctica las ideas de este precursor viendo en ellas un modo de vida: Ghandi y Martin Luther King JR se encuadrarían en este último grupo.

«Walden tuvo incontables seguidores que llevaron a la práctica las ideas de este precursor viendo en ellas un modo de vida»

Una historia a orillas de un lago
Thoreau se marcha a los veintiocho años de la civilización y se construye una cabaña junto al lago de Walden donde vive en soledad durante dos años y dos meses entre los animales, los árboles y las flores. Adepto al movimiento trascendentalista que asociaba el puritanismo con el ideario romántico abandona la docencia, da un portazo a su fábrica de lápices y se retira al campo. Ayudado por sus manos y sin más compañía que un puñado de libros, inicia una dilatada aventura en aquellos parajes del nordeste de Estados Unidos.

Walden Pond.

Se ha dicho que el cansancio por la banalidad social, los excesos del progreso y los desengaños amorosos que había sufrido le impulsaron a adoptar esa decisión, lo cual puede dar a entender que su viaje constituía una huida, una forma de evasión. O, acaso, una caprichosa forma de ponerse a prueba a sí mismo. Antes bien, la razón fundamental que le incitó a ‘salir’ del mundo fue su deseo de tomar conciencia de los hechos esenciales de la vida, en soledad y en contacto con la naturaleza. No partía de cero, desde luego. Su sólida preparación intelectual y las lecturas que le ocuparon le ayudaron a afrontar aquella nueva experiencia.

Conexión con Machado
Tenía en común con el poeta sevillano las dos aficiones preferidas de este: pasear y leer. Y una elevada sensibilidad hacia el paisaje, que nos ha dejado párrafos como el siguiente: «Es deliciosa la tarde cuando el cuerpo todo es un solo sentido que absorbe placer por cada uno de sus poros. Voy y vengo en la Naturaleza con una extraña libertad, parte de ella misma. Mientras recorro la pedregosa orilla del lago, en mangas de camisa pese al fresco, las nubes y el viento reinando, y sin ver nada que me atraiga en especial, los elementos todos me resultan extraordinariamente simpáticos (….) El sentimiento de simpatía hacia las agitadas hojas de los alisos y álamos casi me corta la respiración, pero al igual que la laguna, mi serenidad se riza, pero no se trastorna.»

«Tenía en común con el poeta sevillano las dos aficiones preferidas de este: pasear y leer, y una elevada sensibilidad hacia el paisaje»

Dice Machado que buscaba la vida sencilla en la naturaleza, donde «el rumor de los pinos subraya maravillosamente los pensamientos hondos y las rimas frágiles«. Y nos invita luego a la lectura de Walden porque «…caminaréis a través de sus páginas por vericuetos que muchas veces no sabréis si son de bosque o de alma…» Palabras estas que son una estupenda excusa para ir a leerlo al Guadarrama o para caminar simplemente por sus sendas. Poco después de escribir su artículo Machado viviría su personal Walden en Soria.

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