En esta ocasión, el gran escritor nos guía por los muros del Castillo de Manzanares El Real
Milenaria
Por Jaime Sanz Burdiel
Continuamos este mes con el poeta sevillano, miembro de la Generación del ’27, Premio Nobel… Si en el anterior artículo hablábamos de la relación de Vicente Aleixandre con el madrileño municipio serrano de Miraflores de la Sierra, hoy destacamos su relación con un entorno histórico que los lectores guadarramistas conocerán muy bien: el Castillo de Manzanares El Real.
El Castillo de Manzanares El Real, también conocido como Castillo de los Mendoza, se construye en el siglo XV, necesitando de varias reformas a lo largo de la historia. Actualmente esta catalogado como Monumento Histórico-Artístico, su estado es impecable y esta abierto al público. Uno de los numerosos visitantes que ha recibido el Castillo de los Mendoza fue Vicente Aleixandre.
El poema Castillo de Manzanares el Real se encuentra en el poemario Poesías Completas de 1964. Escribe el poeta:
A José Ángel y Emilia Valente, en Manzanares
Estos tres, una mujer, dos hombres,
Visitan el castillo o piedras duras.
Son piedras permanentes. Acaso en esa suave eminencia de tierra,
Otero suave frente a cerros lueñes,
Estas piedras se armaron, sin fecha, como expulsadas de un hondón, ardiendo,
Y ahí están, ahí quedaron, y estos pies las visitan.
Pero no. Estos tres cuerpos verdaderos
Ven de frente estos muros, estas murallas graves, troneras y, en seguida,
La enorme masa delicada irguiéndose:
Castillo y sus almenas. Un castillo-palacio,
Gótico en sus arranques, dorado y lento, firme,
Apenas distraído, no, fijado,
En las fisuras justas, respiraderos cautos para el arma presta,
Y luego muro y más
La noche va acercándose a los viejos tejados,
Al sueño aéreo y tibio de las altas terrazas,
Y las cúpulas leves sienten su corazón
Más puro en el espacio, más dulcemente alado.
Dios mira a la ciudad, y sus ángeles dejan
Grandes rosas de sombra en cada abierta herida,
Los magnolios se entregan a su amorosa garra
Y los hombres contemplan su rostro en cada estrella.
Ternura de la noche, seda viva del aire,
Acariciad mi frente, que no quiere pensar.
Os entrego mis labios que os besan dulcemente,
¿no sentís como un ave ciego mi corazón?
En este poema Aleixandre rememora la visita al Castillo de Manzanares que realizó junto a sus dos amigos. El poeta parece mirar al pasado, el pasado glorioso de España que queda ya tan lejos y distante. Los versos recuerdan a aquel inolvidable soneto de Francisco de Quevedo escrito en 1613 y cuya autoría siempre tuvo que mantenerse anónima. Esta es la primera estrofa:
Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
El poeta barroco carga de crítica la pluma y ve con tristeza el pasado glorioso que tuvo el imperio español. En cambio, Aleixandre parece revivir los tiempos medievales a la vez que describe el entorno con gran belleza y dulzura lírica, muy propias del poeta sevillano, quien parece llevarnos de la mano sutilmente entre los muros del castillo serrano.