La Sierra de Guadarrama está poblada de misteriosos lugares en los que se siguen produciendo desapariciones
De leyendaPor Rosa Alonso
Por el Puente de Aranda se tiró, se tiró,
se tiró el tío Juanillo
pero no se mató,
pero no se mató, pero no se mató.
Por el Puente de Aranda se tiró, se tiró.
Esta estrofa pertenece a una copla que, aún haciendo mención a Aranda de Duero (Burgos), se cree originaria de Sotosalbos (Segovia) y sirve como introducción a la historia de este mes. Según reza la canción, el personaje conocido como ‘tío Juanillo’ se lanzó desde la construcción burgalesa, con la suerte de que logró salvar la vida. Pudo bien el autor de la tonada reconocer con esta versión el destino del segoviano de mismo nombre, que un día desapareció sin más de la Sierra de Guadarrama.
“Esta estrofa pertenece a una copla que se cree originaria de Sotosalbos (Segovia)”
El tío Juanillo, de profesión boyero
La historia de nuestro peculiar serrano arranca un día como otro cualquiera,
mientras se afanaba en transportar con su carro un nuevo cargamento. De este
viejo armatoste, tiraban unos bueyes que, sin importar el peso o las condiciones, debían trasladar las mercancías a lo largo de kilómetros, siempre guiados por su pastor. Es seguro, que nuestro protagonista se sentía orgullo de su profesión: Juanillo era boyero o, lo que es lo mismo, conductor de bueyes.
Nuestro ‘guía de rumiantes’ atravesaba San Rafael, su pueblo, conversando y riendo con los vecinos y, debido a su buen humor, era muy querido en toda la región. La fatídica fecha de nuestra fábula, el carro del tío Juanillo iba cargado con gruesos troncos; muy probablemente se trataría de pinos, puesto que es el árbol típico de toda la zona de El Espinar. En los montes graníticos que colindan con San Rafael se pueden observar magníficos ejemplares que, apilados en el carromato, conformarían una carga pesada y poco estable.
“Nuestro ‘guía de rumiantes’ atravesaba San Rafael, su pueblo, conversando y riendo con los vecinos”
El momento de la desaparición
Transportando el cargamento tambaleante, los bueyes debieron emplear toda su fuerza para realizar su ruta. La historia entonces nos lleva al Camino de la Mina, que discurre paralelo al arroyo Gudillos. Con la imaginación, podemos recrear el momento exacto en el que los troncos se movieron, con la mala suerte de coincidir con la zona cercana al pozo. Este emplazamiento sería el destino final de nuestros personajes, ya que se cree que cayeron cargamento, carro, los bueyes y, por supuesto, el pobre tío Juanillo del que nunca más se supo.
La historia del tío Juanillo posee dos de los ingredientes fundamentales de toda buena leyenda: no se sabe si ocurrió de verdad pero, pese a todo, se ha conservado gracias a su encanto en la tradición oral serrana. Por ello, agradezco infinitamente a mi compañero Jesús Vázquez Ortega que la compartiera conmigo. Gracias a él, autor de la añorada sección El Baúl, nuestro ahora ‘amigo Juanillo’ podrá seguir siendo recordado y muy querido.
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