
La idea parece algo utópico dado el clima político actual en la Comunidad de Madrid, pero no por ello debemos dejar de reclamarlo como algo urgente
Opinión de El Guadarramista
Por Jonathan Gil Muñoz (Director)
En los últimos meses hemos visto como no pocos pequeños y grandes municipios de la Comunidad de Madrid han presentado diferentes propuestas urbanísticas con el aparentemente único objetivo de aumentar el número de viviendas existentes en sus términos municipales. Unos avances urbanísticos que chocan frontalmente, unos más que otros, con la necesidad de preservar el paisaje natural de la región en un momento en el que se hace cada vez más necesario.
Algete, Alpedrete, Alcobendas o Pozuelo de Alarcón, son sólo algunos de los puntos señalados en las últimas fechas en la Comunidad de Madrid, donde un urbanismo depredador puede acabar con paisajes (y su fauna y flora asociada) sin que parezca importar lo más mínimo no ya a los promotores de estas intervenciones, sino a los Equipos de Gobierno municipales de esas y otras localizaciones. Antes esta situación, colectivos conservacionistas como Ecologistas en Acción se han visto obligados a recurrir como último recurso a la justicia para la paralización de no pocas actuaciones.
«Algete, Alpedrete, Alcobendas o Pozuelo de Alarcón, son sólo algunos de los puntos señalados en la Comunidad de Madrid»
Ya se viene observando desde hace unos años que poco a poco la fiebre urbanizadora esta volviendo a coger impulso en la región madrileña, aunque todavía le falta mucho para llegar a las cotas que alcanzó en el pasado. Pero aunque de momento sea así, se están sentando peligrosamente las bases legales para que la siguiente ola especulativa supere a su predecesora en intensidad, con el grave perjuicio que puede sin duda suponer que se vea amparada y ‘blanqueada’ por una legalidad que poco o nada entiende de su perjuicio medioambiental para la sociedad.

Bloque de viviendas construcción.
Así las cosas, se sigue echando en falta un pacto político entre todas las fuerzas políticas representadas en la Asamblea Regional que plasme el compromiso de la Comunidad de Madrid con el crecimiento ordenado, sostenible y respetuoso con el patrimonio natural que es de todos, no lo olvidemos. Porque, y en esto no se pone el acento lo suficiente, a un ciudadano que vive por ejemplo en Alcorcón le afecta directamente la construcción, supongamos, de una urbanización en Rascafría donde se vaya a arrasar con todo o parte de un espacio protegido. ¿Por qué? Pues porque dejaremos de tener un bosque depurador del aire, filtrador del agua que bebemos, etc.
«Se echa en falta un pacto que plasme el compromiso con el crecimiento ordenado, sostenible y respetuoso con el patrimonio natural»
Pero la realidad se impone y cae sobre nosotros como una losa. Las leyes autonómicas que se aprueban corren en sentido opuesto a ese pacto al que nos referíamos anteriormente. Nada hace pensar, al menos por el momento, que haya la conciencia suficiente como para poder impulsar tamaño pacto regional, por muy necesario y urgente que pueda ser. Seguiremos esperando pero, el tiempo se nos acaba.















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