Una sociedad a dos velocidades contra el cambio climático

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Mientras la ciudadanía asume su parte de responsabilidad, el estamento político continúa sin afrontar con decisión este grave problema 

Opinión de El Guadarramista
Por Jonathan Gil Muñoz (Director)
El pasado domingo 14 de noviembre se cerró una nueva edición de BioCultura, la gran feria del comercio justo, sostenible y de proximidad. Una cita imprescindible para tomar el pulso a un sector que poco a poco va ganando cuota de mercado y por el que más y más personas apuestan a la hora de llenar la cesta de la compra. Aunque todavía le queda un largo camino por recorrer a este sector, es una señal inequívoca de su crecimiento que las grandes empresas de alimentación sean cada vez más conscientes de las exigencias de la ciudadanía en cuanto a la sostenibilidad de la producción de lo que comen en casa.

Hasta aquí todo bien, pero el problema surge cuando vemos que, como telón de fondo de BioCultura, nos encontramos con dos noticias poco halagüeñas. Empezando por lo global, hemos asistido a una nueva conferencia internacional que se cierra en falso sin apenas acuerdos de relevancia con el objetivo de salvar el planeta de nuestra sinrazón. Me refiero a la COP26, una reunión de alto nivel que está cosechando las críticas de las principales organizaciones conservacionistas del mundo. Y es que no es para menos, cuando todo a nuestro alrededor nos indica que el tiempo se nos agota para enmendar nuestra locura destructora, muchos dignatarios mundiales se empeñan en mirar para otro lado con el ciego propósito de salvaguardar de posibles recortes unos mal entendidos intereses económicos nacionales.

«BioCultura permite tomar el pulso a un sector que poco a poco va ganando cuota de mercado«

A pesar de todo lo que esperábamos de esta COP26 y que no se ha cumplido, se mantiene la necesidad de que el aumento de la temperatura global quede por debajo de 1,5 ºC. Es verdad que sabe a poco o muy poco con todo lo que hay en juego y sin duda es para preocuparse pero una cosa está clara, a pesar del desencanto de una gran parte de la sociedad, estos foros son los espacios en los que se pueden y deben tomar decisiones de alcance. El problema está en la falta de compromiso y concienciación sobre lo que se nos viene encima, ese es el verdadero escoyo para que se actúe de una vez por todas.

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Carretea M-600 a su paso por el pidemonte madrileño de la Sierra de Guadarrama.

En un plano más cercano, en nuestra Comunidad de Madrid, hemos sabido recientemente de los planes del Gobierno regional para ampliar la carretera comarcal M-600 hasta convertirla en una autovía que conecte la A5 con la A-6, concretamente entre San Lorenzo de El Escorial y Navalcarnero, lo que de facto sería la M-60. De llevarse a cabo, se estaría destruyendo buena parte del piedemonte madrileño de la Sierra de Guadarrama, además de propiciar el aumento de la contaminación del aire y el ruido en multitud de pueblos madrileños que hasta ahora estaban a salvo de estos enemigos de la salud pública.

La excusa para semejante plan es que esta vía sufre grandes atascos, es decir, que se destruirá un entorno privilegiado por favorecer una movilidad contaminante e insostenible, ¿alguien le encuentra el sentido? Es que no lo tiene, pero algo muy parecido ya ocurrió con el desdoblamiento de la carretera de los pantanos, la M-501, una actuación que arrasó con todo y que la justicia europea calificó de ilegal.

«Con la ampliación de la M-600 se destruirá un entorno privilegiado por favorecer una movilidad contaminante e insostenible»

Volvemos a lo de siempre, la ciudadanía debe soportar el peso de la transformación ‘verde’ de la sociedad, mientras que los gobernantes hacen lo que les da la gana.

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