Organizaciones ecologistas piden crecidas fluviales frente a las fumigaciones con pesticidas

Río Jarama a su paso por Talamanca. (Foto: Rowanwindwhistler).Durante los últimos años, los vecinos de las localidades ribereñas del Jarama o del Henares han venido denunciando las molestias que provoca la ‘mosca negra’

Redacción/. “No es que hayan desaparecido, pero sus poblaciones se han reducido drásticamente hasta el punto de que casi nos hemos olvidado de su molesta presencia primaveral. La explicación es bien sencilla: las crecidas que provocó ‘Filomena’ han eliminado o limitado su presencia. Una solución más saludable que las arriesgadas  fumigaciones con pesticidas”, informan la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono (ARBA), Asociación Ecologista del Jarama ‘El Soto’, Ecologistas en Acción, Grupo de Acción para el Medio Ambiente (GRAMA) y Jarama Vivo.

Las fuertes crecidas que provocó al comienzo del año la borrasca eliminó la vegetación acuática de fondo de los ríos. Con ella desaparecieron gran parte de las larvas del insecto. Esto ha sido evidente en el Jarama y en el Henares, donde las crecidas fueron muy importantes. En el Tajo (Aranjuez) y en el Manzanares (Perales del Río) las crecidas fueron muy limitadas por la extrema regulación de sus caudales y en consecuencia, las molestias han permanecido como otros años. “En definitiva, las crecidas reducen las poblaciones de este molesto insecto, además de que regeneran y limpian el cauce”, aseguran las ONG conservacionistas.

A la vistas de todo lo anterior, esas mismas organizaciones conservacionistas vienen exigiendo desde hace tiempo a las instituciones públicas que respeten la legislación de aguas en la gestión de caudales que lleva a cabo el Canal de Isabel II en los embalses de cabecera, garantizando anualmente desembalses controlados en primavera que arrastren la vegetación acuática donde se desarrollan las larvas de ‘mosca negra’, un plan comarcal frente a las potenciales plagas que fomente la recuperación de especies insectívoras, etc., así como el fin de las fumigaciones rutinarias reduciendo su empleo a situaciones y autorizaciones excepcionales.

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