El impacto ambiental de nuestra era tecnológica

pexels-photo-6697306.jpegLa sociedad digital actual consume una enorme cantidad de materias primas cuya obtención está causando graves daños a nuestros entornos naturales 

Opinión de El Guadarramista
Por Jonathan Gil Muñoz (Director)
De muy interesante podríamos calificar el último documental producido por programa El Escarabajo Verde, espacio decano del periodismo ambiental de la televisión española que se emite en La 2 de TVE desde el año 1999. El caso es que se nos planeta una cuestión que, como ciudadanos, debemos saber: las energías que llamamos sostenibles tienen una cara poco conocida que las hace bastante menos ‘verdes’ de lo que pudiéramos creer en un principio, a pesar de lo cual, siguen siendo una mejor opción que las energía obtenidas de fuentes no renovables, esto que vaya por delante.

Así, en el primer episodio del documental La encrucijada de los metales raros se nos advierte de que toda esa transformación digital, social y medioambiental que desde la Unión Europea se está impulsando no nos va a salir gratis ecológicamente hablando. Esto es debido a que todas esas tecnologías sobre las que descansan esos planes de cambio, dependen directamente de la búsqueda y explotación de lo que se conoce como tierras raras. Una serie de elementos químicos que son imprescindibles para la construcción de ordenadores, móviles, coches eléctricos, torres eólicas, etc., insustituibles por tanto para la consecución del denominado “new deal” europeo.

«Las energías que llamamos sostenibles tienen una cara poco conocida que las hace bastante menos ‘verdes'»

El cambio de paradigma que tiene en mente la Unión Europea es dejar de depender de las tierras raras importadas de países como China y autoabastecerse gracias a los yacimientos descubiertos en el continente. Esta es la razón de la proliferación de planes mineros en la frontera con Portugal desde la provincia de Salamanca a la comunidad autónoma de Extremadura. Hablamos de grandes minas a cielo abierto explotadas por empresas multinacionales y que pretenden instalarse en espacios naturales de altísimo valor. Es decir, ¿estamos dispuestos a perder estos lugares únicos para la fauna y flora de nuestro país por llevar en el bolsillo un móvil más potente o conducir un coche eléctrico con mayor autonomía?

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Es un debate muy interesante que todavía no se ha puesto sobre la mesa, a pesar de la reciente aprobación de la Ley del Cambio Climático que recoge los planes del Gobierno en lo tocante a la transición ecológica. Una transformación, que como sucede a nivel europeo, tiene en la digitalización su principal apoyo, lo que, como ya se ha apuntado, derivará en un enorme crecimiento de la demanda de tierras raras, lo que supondrá casi a la fuerza, que muchas de esas minas de las que hablábamos pasen a ser una realidad. ¿Cuál puede ser una de las claves? Sin duda que buscar el equilibrio entre la necesidad y el coste medioambiental.

«¿Estamos dispuestos a perder lugares únicos para la fauna y flora por llevar en el bolsillo un móvil más potente?»

A pesar de las advertencias lanzadas durante años por muchas ONG, en el momento actual ya no parece posible revisar las bases sobre las que se asienta la estrategia de transición ecológica y social adoptada por la UE por lo avanzada que esta se encuentra. Todo apunta a que en los próximos años va a crecer exponencialmente el número de movilizaciones, sobre todo en el medio rural, contra las minas que están por llegar.

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