El ser humano es capaz, como sabemos, de cambiar el entorno que le rodea llegando incluso a modificar el comportamiento de la fauna silvestre
Opinión de El Guadarramista
Por Jonathan Gil Muñoz (Director)
En nuestros días es fácil caer en el error de creer que la fauna silvestre que nos rodea está en estático, que el punto de la evolución al que han llegado es el último estadio en la biología de la especie, pero no es así. Un grupo de investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales demostró hace unos años que, precisamente en nuestros ambientes urbanos, la fauna que nos acompaña en nuestras vidas y quehaceres diarios sigue evolucionando.
Sí, siguen evolucionando en nuestras ciudades, esos espacios urbanizados que ofrecen a algunas especies silvestres un lugar en el que abunda la comida, hace menos frío que en el medio natural y no existen depredadores. Así, los animales, en especial las aves, objeto del estudio de los científicos, que consiguen colonizar nuestras urbes, crían más veces que aquellas otras que no se atreven a poner los pies en las ciudades. Es más, las que ponen su pica en nuestros entornos urbanos, evitan que otras especies similares aniden allí, reservándose para sí un espacio único lleno de oportunidades, aunque también de grandes peligros. Esta lucha territorial desembocaría en la especiación de la avifauna urbana.
“Las aves que consiguen colonizar nuestras urbes, crían más veces que aquellas otras que no se atreven a poner los pies en las ciudades”
Para la realización de esta investigación tan interesante, los científicos compararon el comportamiento que presentan 50 especies de aves muy semejantes, siendo su mayor diferencia que unas viven en zonas urbanizadas y otras no. Entre las aves estudiadas se encuentran, el gorrión común y el gorrión molinero, la tórtola turca y la tórtola común, la paloma torcaz y la paloma zurita y el pico picapinos y el pico menor.
Partiendo de esta base, los investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales lo que comprobaron es que cuando una población de aves con querencia urbanita se establece en la ciudad, los individuos olvidan su forma de actuar natural y se vuelven más permisivos a la presencia humana. Al cambiar de hábitos y adquirir aquellos más provechosos para su supervivencia en los ecosistemas urbanos, consiguen medrar en nuestras ciudades.
Lo que llama la atención de la investigación de los expertos del Museo Nacional de Ciencias Naturales, es cómo el ser humano transforma, aun sin proponérselo, todo lo que le rodea, incluida la fauna silvestre. Sabemos que, por ejemplo, la cigüeña blanca va poco a poco olvidándose de alzar el vuelo camino de sus cuarteles de invierno africanos, a la vista de la cantidad de alimento disponible y a mano que tienen en los vertederos. Otras especies directamente ya no se mueven de la península ibérica debido a que el aumento de las temperaturas, consecuencia del cambio climático, hace viable su estancia permanente en España. Y ahora, a todo lo anterior, se une la especiación de algunas aves que gustan de vivir junto a nosotros en las ciudades, unos espacios artificiales a priori poco acogedores, dando de esta manera la espalda a su propia naturaleza.
“Otras especies ya no se mueven de la península ibérica debido al aumento de las temperaturas, consecuencia del cambio climático”
El hombre, por tanto, no solo ha cambiado el medio físico del planeta sino también a sus habitantes, esos que estaban ahí mucho antes de que apareciéramos en escena. Es una muestra más del poder transformador de nuestra especie con respecto a todo lo que nos rodea. Tanto es así, que estamos cambiando en muy poco tiempo, el comportamiento que muchas especies han perfeccionado durante miles y miles de años.