El sector privado y la protección de la naturaleza


En nuestra región existe el tejido empresarial idóneo para potenciar la colaboración público-privada en pro de la conservación del patrimonio natural  

Opinión de El Guadarramista
Por Jonathan Gil Muñoz (Director)
Prácticamente cada fin de semana, se organizan en nuestra región infinidad de actividades medioambientales que tienen como objetivo la restauración de nuestro entorno natural. Convocadas por diferentes ONGs conservacionistas, este tipo de actuaciones tienen un impacto limitado habida cuenta de las herramientas de divulgación y los fondos con los que cuentan esas organizaciones, en muchos casos muy limitados. Aun así, estas circunstancias no restan en lo más mínimo lo importante que es que la sociedad, con sus propios medios, contribuya a la conservación y mejora del medio ambiente.

Muchas de estas iniciativas están apoyadas por los ayuntamientos madrileños, que ven en ellas la forma de actuar medioambientalmente hablando en connivencia con la sociedad civil. En este plano de la administración local, nos encontramos igualmente con la falta de recursos económicos para realizar programas de mayor envergadura y alcance, lo que viene a suplir en muchos casos la propia Comunidad de Madrid. Si bien es verdad que la administración regional cuenta con un presupuesto muchísimo mayor para estos fines, el dinero público es limitado, habida cuenta de los muchos frentes que hay que cubrir, lo que hace imposible atender las cientos de actuaciones medioambientales que sería necesario realizar en nuestra región.

«En lo tocante a la administración local, nos encontramos igualmente con la falta de recursos económicos para realizar programas de mayor envergadura»

Sin olvidar la contribución que realiza el propio Estado, nos encontramos ante una situación de presupuestos limitados, lo que hasta cierto punto es lógico. Lo que ya no lo es tanto es que no se potencie más la colaboración público-privada en este campo. En la Comunidad de Madrid tienen localizada su sede social muchísimas empresas de gran tamaño, lo que representa una enorme oportunidad para nuestro patrimonio natural si se sabe aprovechar. Es verdad que de vez en cuando salta a los medios de comunicación alguna noticia sobre una reforestación en la que han participado los trabajadores de una gran compañía, pero es del todo insuficiente. En este sentido, es necesaria la creación de una mesa en torno a la cual se puedan sentar las empresas, las organizaciones ecologistas y la administración autonómica.

Ese lugar de encuentro, en forma de fundación, por ejemplo, que debería estar impulsada por la Comunidad de Madrid, tendría que servir para establecer un calendario de acciones en beneficio de nuestros ecosistemas. Actuaciones que deberían englobar las reforestaciones con especies autóctonas, jornadas de limpieza de los entornos naturales y riego de los espacios reforestados y en definitiva cualquier otra intervención en el medio que se pueda llevar a cabo por medio del voluntariado. Esto por un lado, pero también esa mesa de colaboración medioambiental debería impulsar aquellas actuaciones en las que sólo pueden intervenir empresas especializadas, como por ejemplo la eliminación de los azudes en desuso presentes todavía en muchos ríos madrileños que limita la expansión de la fauna acuática autóctona.

«Ese lugar de encuentro tendría que servir para establecer un calendario de acciones en beneficio de nuestros ecosistemas»

Como siempre, habrá empresas que quieran colaborar en aras de mejorar su reputación social, otras que lo hagan de acuerdo a su política corporativa, pero si se quiere que la suma sea realmente representativa y que perdure en el tiempo, se deberían tener en cuenta los pertinentes descuentos fiscales en los impuestos locales y autonómicos. Sin duda que el beneficio socioambiental puede compensar con creces ese sacrificio recaudatorio. Lo mejor sería hacer la prueba y lanzar este espacio de encuentro y colaboración. Puede que nos sorprenda lo que se puede conseguir.

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