Rafael Alberti, nostalgia desde el Guadarrama


En 1920 nace ‘Marinero en Tierra’ en la Sierra, Premio Nacional de Poesía y poemario insigne de la Generación del 27 y de la literatura española 

Milenaria
Por Jaime Sanz Burdiel
Rafael Alberti (1902-1999) muere en el mismo sitio que nace: el Puerto de Santa María de Cádiz; sintiendo el mar y la playa como único refugio de descanso interior, único lugar sagrado al que el poeta pertenece en cuerpo y alma. El escritor pasa su infancia y parte de su adolescencia en el Puerto, entre el mar y la playa, hasta que en 1917 él y su familia parten a Madrid. Nace la nostalgia:

Como su nombre daba a entender, Mar y Tierra se dividía en dos partes. La primera agrupaba los poemas debidos directamente a la serranía guadarrameña, junto a otros de diversa temática, y la segunda –que titulaba Marinero en Tierra-, los que iba sacándome de mis nostalgias del mar de Cádiz, de sus esteros, sus barcos y salinas.

Rafael Alberti, La Arboleda (1959)

Placa en homenaje a Rafael Alberti. (San Rafael, El Espinar).

En 1920, el padre de Alberti muere y a él le diagnostican una afección pulmonar. Como tantos otros necesitados de aire puro, se traslada a la Sierra de Guadarrama, concretamente en San Rafael (El Espinar), donde comienza a escribir los primeros versos de Marinero en Tierra, publicado en 1924. Del Guadarrama nace la añoranza que le conduciría a la creación de unos de los grandes poemarios de la Generación del 27 y al Premio Nacional de Poesía.

La primera parte del poemario: paisaje, presente, Guadarrama, invierno y nieve, cielos azules… Alberti escribe al Guadarrama como único compañero, el que le puede mostrar la naturaleza en ese mar de cemento llamado Madrid que representa «civilización» y «evolución». La Sierra aparece como un telón de fondo azulado, como salvador del poeta gracias a la evasión visual que sólo le pueden brindar las montañas nevadas en el horizonte de «azules perdidos», «párpados entornados»…

Balcón del Guadarrama

(De 3 a 4)

Hotel de azules perdidos,
de párpados entornados,
custodiado por los grillos,
débilmente
conmovido por los ayes
de los trenes.

El tren de la una…,
el tren de las dos…
El que va para las playas
se lleva mi corazón.

Con la nostalgia del mar,
mi novia bebe cerveza
en el coche-restorán.

La luna va resbalando,
sola, por el ventisquero.
La luciérnaga del tren
horada el desfiladero.

De mí olvidada, mi novia
va soñando con la playa
gris perla del Sardinero.

Marinero en Tierra (1924)

«La luna va resbalando, sola, por el ventisquero» y la nostalgia golpea al poeta cada hora, como un martillo, cada vez que un tren parte de la capital hacia la mar: «el que va para las playas se lleva mi corazón».

La llanura, con sus chopos ensimismados, y el Guadarrama azul en la lejanía, fueron mis buenos compañeros de aquellos meses.

(…) La sierra de San Rafael en donde el aire de los pinos y el sol guadarrameño me llenaron de nuevo de nueva vida los pulmones, renaciendo a los pocos días de perderme por aquellos caminos de álamos y tocar el azul de las cumbres venteadas… el rebotar del agua de las cimas… los viejos pinos solitarios de las alturas.

Rafael Alberti, La Arboleda (1959)

Entorno natural de San Rafael (El Espinar, Segovia).

En el caso de Alberti, el papel de la Sierra de Guadarrama es doble. En primer lugar, inspira al poeta en la creación del poemario, le ayuda a canalizar el sentimiento de nostalgia y añoranza. En segundo lugar, emerge de nuevo la vida en el poeta gracias al aire puro de la Sierra, «me llenaron de nuevo de nueva vida los pulmones».

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