La prevención, clave en la convivencia con el lobo

ejemplar de lobo ibérico.
El hacer posible la coexistencia del ganadero y el lobo en nuestra región pasa por el uso de medidas preventivas contra los ataques del cánido salvaje 

Opinión de El Guadarramista
Por Jonathan Gil Muñoz (Director)
Todavía estamos a tiempo de que la compatibilización de la ganadería en extensivo con la presencia del lobo en la Comunidad de Madrid no se enquiste y pase a un nuevo estadio caracterizado por el odio y la persecución sin cuartel al cánido salvaje. Una situación, que ya se vive en comunidades autónomas como Castilla y León o Asturias, donde, por ejemplo, ya se han visto cabezas de lobos colgadas de señales de tráfico.

Vaca de la raza avileña.

Vaca de la raza avileña.

La gran diferencia con respecto al ambiente que se respira en aquellas regiones en comparación con la nuestra, es que los ganaderos, la gran mayoría, lo tienen claro: el problema no es el lobo sino el Gobierno regional cuyas ayudas compensatorias por los ataques del lobo al ganado no palían económicamente los daños ni llegan a tiempo. Aunque, la madre del cordero, y nunca mejor dicho, está en las medidas preventivas. Ya lo dice el refrán, “más vale prevenir que curar”. En otros puntos de España donde el lobo y la ganadería se miran a los ojos sin temor, se vienen utilizando desde hace años acciones que han demostrado que el lobo se lo piensa dos veces antes de atacar a las reses.

«Todavía estamos a tiempo de que la compatibilización de la ganadería en extensivo con la presencia del lobo en la Comunidad de Madrid no se enquiste»

Perros mastines (incluso burros), pastores, apriscos (espacios en los que guardar el ganado por la noche) o simples vallados eléctricos son suficientes para reducir a la mínima expresión los ataques del lobo. Un animal que, por otra parte, es un gran aliado de la propia ganadería en extensivo al eliminar a los animales silvestres afectados por enfermedades que pueden llegar a transmitirse al ganado. Una razón de peso que ya de por sí es suficiente motivo como para que la Comunidad de Madrid se ponga manos a la obra y elabore un programa de conservación del lobo en nuestra región, cuestión a la que, por otra parte, está obligada al tratarse de una especie protegida que, además, podría ser clave en el control de la población de cabra montés en La Pedriza.

Lobo ibérico.

Así las cosas, no se puede poner a los ganaderos su futuro más difícil de lo ya lo tienen (costes veterinarios, piensos, seguros, bajos precios de venta, etc.). Representan una actividad económica de vital importancia para el medio rural de la Comunidad de Madrid por diferentes razones. En primer lugar, por traer aquí algunos argumentos, fijan población en los municipios madrileños en un momento en el que muchos presentan un mínimo poblacional muy preocupante. Por otra parte, el pastoreo del ganado elimina de nuestro medio natural una enorme cantidad de materia vegetal inflamable, la mecha de los temidos incendios forestales. Colateralmente, con ese pastoreo mantienen los ecosistemas idóneos para una gran cantidad de especies de fauna silvestre que desaparecería si el monte se cerrara por el medrar sin control del sotobosque.

Vacas pastando bajo un fresno.

Sí, necesitamos la ganadería extensiva en la Comunidad de Madrid por todo lo anterior y por otras muchas razones, y necesitamos también que se mantenga esa actitud sabia que consiste en determinar con cabeza el origen de los problemas, en este caso, y pocas veces ha ocurrido así, los ganaderos han dejado bien claro por activa y por pasiva que el lobo no es el verdadero problema. Ahora bien, también es verdad que esos casi 400 ataques al ganado registrados en 2018 en la Comunidad de Madrid no se pueden achacar por entero al lobo ibérico, máxime cuando se estima que en nuestra región viven entre 15 y 25 lobos. No olvidemos que los perros asilvestrados (muchos de ellos provenientes de realas de caza) se convierten en los mayores depredadores del ganado al confundirlos las reses con perros guardianes.

«Los ganaderos madrileños han dejado bien claro por activa y por pasiva que el lobo no es el verdadero problema«

Así que, estamos en ese punto en el que todavía es posible reconducir la problemática del lobo y la ganadería y llevarlo por los cauces lógicos del diálogo. Pero ojo, si pasa mucho tiempo sin que se mueva ficha no nos debería extrañar que la postura de los ganaderos madrileños diera un giro radical y su discurso pasara a ser el de “¡muerte al lobo!”, un grito más propio de otros tiempos que no puede volver a escucharse en la Comunidad de Madrid

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