Ecoturismo en la Sierra de Guadarrama: observación del buitre leonado


El autor nos abre de par en par su cuaderno de campo para mostrarnos la puesta, crianza y emancipación de un pollo de buitre leonado serrano 

el Mirador
Por Miguel Ángel López Varona
Biólogo y guía de montaña de Graellsia Ecoturismo
Salvo los tumultuosos momentos de la alimentación, en los que se suceden los enfrentamientos con otros buitres y animales carroñeros, la vida del buitre leonado es bastante tranquila y sosegada, pudiendo pasarse días enteros sin moverse de sus posaderos y ayunando durante semanas, sobre todo cuando llega la temporada de cría.

El buitre leonado construye su nido en zonas escarpadas. Foto: Miguel Ángel López Varona..

La nidificación es la más tempranera de entre las aves, en pleno invierno, después de los emparejamientos producidos durante los meses de diciembre y enero. Por estas fechas, las parejas están entregadas al ardor de las paradas nupciales, que culminan con la cópula en algún lugar reservado de los cantiles que suelen ocupar todos los años. A partir de estas uniones, las parejas se acomodan en los nidos instalados en los lugares más inaccesibles de las cornisas rocosas. Como aves gregarias que son, suelen hacerlo en compañía de otras parejas, pudiendo llegar a constituir grandes colonias.

«Las parejas se acomodan en los nidos instalados en los lugares más inaccesibles de las cornisas rocosas»

A mediados del mes de enero, la hembra pone un huevo, un único huevo cuya incubación durará unas siete semanas, labor que estoicamente realizarán ambos cónyuges, a pesar de la crudeza del frío invierno. Es durante esta época, cuando los buitres leonados pasan más desapercibidos, incubando inmóviles en la roca, a veces cubiertos de nieve o azotados por la lluvia.

Buitre leonado. Foto: Miguel Ángel López Varona.

Nos aproximamos a uno de estos cantiles para observar de cerca los nidos. Utilizamos modernas técnicas de digiscoping para conseguir imágenes a larga distancia, sin apenas interferir en el comportamiento natural de los buitres. Año tras año, somos testigos de la crianza en estas buitreras, invitando a nuestros clientes a que disfruten con nosotros, de uno de los momentos más entrañables de nuestra naturaleza ibérica.

«Utilizamos modernas técnicas de digiscoping para conseguir imágenes a larga distancia»

Participantes en una jornada de observación del buitre leonado en la Sierra de Guadarrama. Foto: Miguel Ángel López Varona.

El pollo nace débil y desvalido, cuando el invierno todavía da sus últimos coletazos. Es cobijado continuamente por sus padres, quienes no le dejan solo ni un instante, a la vez que tratan de saciar su voraz apetito, regurgitando pequeños trozos de carne.

Durante dos meses el pollo crece muy deprisa, tanto que llega a triplicar su tamaño. Es a partir de entonces cuando, una vez su cuerpo haya quedado completamente emplumado, pueden dejarle solo en el nido, mientras sus padres buscan comida cercana. En un par de semanas más, el pollo comienza a ejercitar sus alas moviéndose por las cornisas hasta que, a mediados del verano, inicia sus primeros vuelos.

Una vez rotos los lazos de unión con sus progenitores, el joven buitre leonado se lanza a la gran aventura de su vida, que durante cuatro años erráticos le llevará muy lejos para explorar nuevos territorios.

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