La belleza de las montañas. Los escritores y pintores del Guadarrama

El Guadarrama desde el Plantío de los Infantes, de Aureliano de Beruete.
Los escritores y pintores que se inspiraron y se inspiran en estas montañas llenan capítulos enteros, desde sus orígenes hasta el presente

el Mirador
Por José Arias Martínez, escritor y profesor de literatura
Señala Unamuno en su libro Por tierras de Portugal y España que el sentimiento hacia la naturaleza y hacia el paisaje “es uno de los más refinados productos de la civilización y la cultura”. La Sierra de Guadarrama constituye, a mi juicio, un ejemplo destacado de ello, pues confirma por sí solo las palabras del pensador vasco.

Poema de Vicente Aleixandre esculpido en el Morador de los Poetas.

Poema de Vicente Aleixandre esculpido en el Morador de los Poetas.

En cada camino, en cada piedra, en cada arroyo, en cada sonido del pinar descubrimos las huellas que poco a poco y con esfuerzo han ido labrando todos esos creadores, huellas que, aunque no son visibles, pueden escucharse como el agua que corre, distinguirse en las lejanías de sus cimas y collados o leerse como el canto del ruiseñor del poema de Vicente Aleixandre inscrito en una roca del Mirador de los Poetas, en Cercedilla: Sobre esta cima solitaria os miro,/ campos que nunca volveréis por mis ojos./ Piedra de sol inmensa:/ entero mundo,/ y el ruiseñor tan débil/ que en su borde lo hechiza.

Incluso su presencia se deja sentir en lugares bien distantes, según cuenta Jaime Gil de Biedma -miembro de la generación del 50- al referirse a los numerosos viajes que realizaba en avión, pues al llegar al aeropuerto de Barajas la primera brisa le trae el olor de las jaras del Guadarrama. Pintura y literatura modelan, por tanto, la montaña. Y al revés, claro. El bosque se convierte en patrimonio silencioso de imágenes y letras. El paisaje nos hace partícipes de la naturaleza.

Detalle de 'El Príncipe Baltasar Carlos, cazador', de Velázquez, con la sierra de Guadarrama como fondo.

Detalle de ‘El Príncipe Baltasar Carlos, cazador’, de Velázquez, con la sierra de Guadarrama como fondo.

Así que podemos seguir uno a uno los pasos de nuestra literatura y de nuestra pintura adentrándonos por las veredas serranas. Desde el Arcipreste y el Romancero al Marqués de Santillana, Ruiz de Alarcón, Lope, Góngora, Tirso de Molina, Cervantes, Moratín, Jovellanos, Giner de los Ríos, Azorín, Juan Ramón, Mesa, Machado, Unamuno, los Baroja, los Menéndez Pidal, Lorca, Alberti, María Teresa León, Salinas, Cernuda, Moreno Villa, Dámaso Alonso, Prados, Altolaguirre, la generación del 36, Ortega y Gasset, María Zambrano, Prado Nogueira, Garciasol, el grupo del 50, las promociones ulteriores…

El pintor Alessandro Taiana.

El pintor Alessandro Taiana.

Mención aparte merece un nutrido grupo de escritores extranjeros que profesaron verdadera admiración por la Sierra, entre los cuales se encuentran Gautier, Dumas y Borrow o Dos Passos y Hemingway, por citar solo a algunos. Y en pintura desde Velázquez a Houasse, Brambilla, Goya, Haes, Martín Rico, Riancho, Beruete, Morera y Galicia, Regoyos, Campuzano, Sorolla, Simonet Lombardo, Pons Arnau, Frau, Esplandiú… Imposible nombrarlos a todos ellos, artistas que contribuyeron decisivamente a construir la mirada moderna. O pasar por alto a los actuales, como Alessandro Taiana, Juan Carlos Savater, Carlos Franco, Joaquín Risueño… El trayecto seguido por la pintura y la literatura muestran que siempre han caminado a la par, entablando un fecundo diálogo que pone de manifiesto la intertextualidad de ambas en el Guadarrama.

Nombres, por otra parte, bien elocuentes que indican que la valoración de este monte no se debe a la casualidad de estar Madrid, foco tradicional de artistas, próximo a él, como a menudo se aduce, sino más bien a sus inherentes cualidades estéticas.

La Maliciosa, obra de Juan Carlos Savater.

La Maliciosa, obra de Juan Carlos Savater.

Conviene detenerse, por último, en Giner de los Ríos, fundador en 1876 de la Institución Libre de Enseñanza, ‘el Rousseau español’ según frase de la época. Víctor García de la Concha llamaba a los institucionistas en acertada expresión “aristócratas de la intemperie. Sus ideas acerca del paisaje y del viaje a la naturaleza influyeron decisivamente en la estética del 98 -grupo al que se conocía como ‘la generación de los excursionistas’- y en muchos otros creadores. De ellos puede decirse, con palabras de Azorín que nos abren la puerta al paisaje, “que nos hicieron ver esa montaña que Velázquez y Goya habían puesto en lo lejos de sus cuadros…”.

José Arias Martínez es escritor y profesor de literatura. Su último libro publicado es Paisajes y literatura de la Sierra de Guadarrama.

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