Emilio Prados y los batallones del Guadarrama

prados

El Guadarrama cobra protagonismo de nuevo por ser uno de los escenarios de la Guerra Civil; esta vez narrado por Emilio Prados

Milenaria
Por Jaime Sanz Burdiel
Emilio Prados (1899-1962) fue un poeta malagueño de la Generación del 27. Como tantos otros literatos y artistas de su generación comparte la experiencia del exilio a causa de la Guerra Civil española, a la que dedica varios poemas en los que destacaremos la importancia de la Sierra del Guadarrama.

Batallón Alpino Guadarrama.Prados fue editor de la revista Sur, en 1938 recibe el Premio Nacional de Literatura por su obra Destino fiel, y un año más tarde se marcha a París y más tarde a México donde murió. Destino fiel es la recopilación de toda su poesía de guerra, de donde rescatamos en primer lugar este poema con la Sierra del Guadarrama como protagonista y escenario principal del conflicto bélico.

AL BATALLÓN ALPINO JUVENTUD

ALTAS cumbres, lentos ríos,
pinares del Guadarrama;
águilas que los miráis
flotando entre nubes blandas,
decidme: ¿por qué la nieve
tiñe sus copos de grana?
¿Qué mal vino bebió el sol
que tanto encendió su cara,
que si la oculta entre sombras
viste a las sombras sus llamas
y no hay tizón en sus noches
que no esté sangriento al alba?
Vuestro silencio, altas cumbres,
¿en dónde su piel desgarra?
No es el rumor del torrente,
ni es el viento entre las ramas,
ni es el tambor de las piedras
al rodar por tus gargantas,
que éstos son de tu silencio
y en ellos tu paz se agranda.
Son rumores de gemidos,
puñales de agudas alas,
los que con plumas de acero
sol, nieve y silencio clavan.
Tormenta de corazones
hoy tienes sobre tu espalda;
tormenta de corazones
que mala traición levanta.

Blancas nubes, lentos ríos,
sol que en sangre te desgranas:
no huyáis de las altas cumbres,
ni de sus nieves manchadas,
que si la Muerte su nido
puso en ellas y sus armas,
vino dormida entre engaños
y en la verdad ya está alzada,
que las puntas de sus flechas
a nuestro enemigo marcan.
Ya no veréis, altas cumbres,
nuestra sangre derramada
dar blancura a nuestros cuerpos
y a vuestras nieves su mancha.
Mirad, mirad que la Muerte
va al frente de las batallas
y la Muerte no perdona
al que persiguió engañarla.

Águilas que estáis flotando
sobre el ancho Guadarrama,
sobre el agua de sus ríos
y sobre la luz del alba,
mirad, mirad qué segura
nuestra juventud avanza
como una flor de banderas
sobre las altas montañas.
Si águilas sois de los vientos
que domináis y os amparan,
ellos águilas que en tierra
sobre sus hielos resbalan
y águilas de una victoria
más firme que vuestras alas,
que si en la muerte se forja
para la paz se prepara.

Mirad, mirad, blancas cumbres,
águilas del Guadarrama:
¡allá van!, la nieve cruje
bajo el ardor de sus plantas.

En segundo y último lugar destaco un poema que narra con tono épico el avance de los soldados desde Madrid hasta Navacerrada pasando también por Villalba, Peguerinos, etc.

AL BATALLÓN THAELMANN
y a Modesto Guilloto, su comandante

NACIDO en Navacerrada,
sobre el pecho de la sierra,
en donde España es más brava
y más alta su maleza,
fuertes como sus pinares
y duros como sus piedras,
firmes como la razón
que dirige su conciencia,
un puñado de valientes
dan el sol a la pelea,
sol de corazón de auroras
y rayos de bayonetas:
¡qué bandera en los combates
es el batallón de Thaelmann!

Despierto por los disparos
bajo el turbión de una guerra
que a los hermanos divide
y hace a la justicia ofensa,
nació bajo un mismo día,
tarde de sangrante fecha.
Ni un tambor vino a llamarlo,
ni una amenaza a sus puertas,

que no hay tambor ni amenaza
más fuerte que la conciencia,
y ésta gritaba en la sangre
con campanas de mil lenguas:
¡A las armas, compañeros,
que los traidores intentan
vender nuestros blandos ríos,
nuestras fértiles praderas,
la llama de nuestros toros,
la piel de nuestras dehesas,
el aire de nuestros pájaros,
el oro de nuestras piedras,
la flor de nuestras hermanas,
el sudor de nuestras venas!
¡A las armas, a las armas,
que los traidores ya empiezan
a disparar sus fusiles,
que ya sus cañones suenan!
¡Con hoces y con navajas,
con horcas, con escopetas,
con los dientes, con las uñas;
si no hay balas, con las piedras;
si no hay fusiles, con palos;
si no tenemos trincheras,
los compañeros que caigan
levantarán la primera
y encendidos con su muerte
más alta se hará la hoguera
que nuestros huesos calcina
y nuestra juventud quema!
¡A las armas, a las armas,
que la metralla extranjera
ya estalla por nuestras calles
y los campos ensangrienta!
¡Afuera, afuera el traidor
que contra España se atreva!

Casi niños despertaron
españoles de firmeza:
gallardía y libertad
juntaron bajo su emblema,
cuerpos de calientes bordes
que unieron una promesa,
promesa de hombres de fuego
que en las batallas se templan.

¡Llegan! Ya Madrid triunfante
queda abajo entre banderas.
Cruzan Villalba entre enebros,
altos robles, grises piedras,
suben a Navacerrada,
allí Barcena ya espera,
también aguarda Modesto,
andaluz de firme cepa,
con la ternura de un niño
y un tigre en la fortaleza
que entre llamas y disparos
vierte el ardor de su arenga:
-Peguerinos, camaradas,
está en peligro y no es nuestra;
ya tomado Peguerinos,
abajo está Talavera,
que la amenazan los moros…
¡En pie, mi batallón Thaelmann,
al ataque; hay que cercarla;
que sea nuestra roja estrella
la que liberte Madrid
y clavada como espuela
en los flancos del fascismo
lo haga huir de nuestras tierras!
-Sé que lo haréis, camaradas;
os aguarda España entera.
-Buen comunista Modesto,
con su palabra certera-.

Modesto, mi comandante,
buen maestro de firmezas,
conozco tus milicianos
y la fe que los alienta;
ahora en tu nueva brigada
su levadura fermenta.
¡Qué rojo pan de victorias
dará tu batallón Thaelmann!

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