Josep Sunyol, caso abierto (I)

El rastro del diputado catalán y sus acompañantes se pierde en Guadarrama el 6 de agosto de 1936

`El Baúl´
Jesús Vázquez Ortega

Más de siete décadas después, los hechos acontecidos aquella tarde siguen siendo un enigma sin resolver. Las misteriosas circunstancias que rodearon su desaparición, han originado numerosas hipótesis, cuyo balance no aporta pruebas concluyentes que pongan fin a este insólito episodio. Recientemente, investigaciones ajenas al entorno catalanista revelaron nuevos datos que podrían dar un vuelco a esta  historia jamás esclarecida

Breve semblanza                                                                                      Josep Sunyol i Garriga, nació en Barcelona en julio de 1898. Su vocación empresarial le llevó a iniciar una carrera meteórica en la que destacan entre otros logros  la adquisición del diario La Rambla y la creación de un próspero negocio azucarero. Más tarde comienza la carrera política ingresando en ERC, partido por el que es elegido en tres ocasiones diputado al Congreso, sirviéndole como aval para ostentar la presidencia del RACC y del F.C. Barcelona, cargo que ocupa desde 1935 hasta la fecha de su desaparición.

La voluntad de manifestar su oposición al alzamiento del 18 de julio, le conduce a realizar una gira por los frentes de combate para apoyar la causa republicana, recalando en Madrid el 5 de agosto procedente de Valencia. Al día siguiente en compañía de un teniente, el periodista Pere Ventura i Virgili y un chófer de apellido Quintanilla, arriban a la Sierra cuando los combates cobran mayor intensidad. A partir de ahí su huella se borra para siempre.

Testimonios, ¿verdades o  ficciones?

La primera noticia sobre los sucesos del día de autos, aparece publicada el 11 de agosto en las páginas de El Adelantado de Segovia. En dicha crónica, un sargento (posiblemente  Sánchez Méndez) describe el modo en que a las seis de la tarde, un automóvil con cuatro ocupantes irrumpe en las líneas sublevadas hasta detenerse en la casilla de peones camineros ubicada en el kilómetro 51 de la NV-I, puesto de primera línea controlado por un fuerte dispositivo militar que se bate contra las fuerzas gubernamentales, y por tanto objetivo prioritario de ambos ejércitos, que llevan a cabo intensos fuegos de artillería en las cercanías de Guadarrama.

Un sargento describe cómo un automóvil con cuatro ocupantes irrumpe en las líneas sublevadas 

Según la declaración del suboficial, muy contradictoria, afirma en primer lugar que ordenó disparar sobre el auto, para posteriormente asegurar que los individuos llegaron incluso a  entrar en el puesto “después de una cortés invitación” y departir amistosamente.  El relato continúa narrando la conversación, que se prolonga por varios minutos, hasta que ocurre la detención y posterior identificación de cada uno, en este punto  detalla “otro de los prisioneros es un tal Garriga, al parecer diputado”.

La entrevista realizada en el hospital de la Misericordia de Segovia el 10 de agosto, finaliza mencionando una frase en la que el sargento sostiene que Ventura i Virgili llega a ofrecer sus servicios como periodista, en lo que parece una súplica desesperada ante la perspectiva de un destino más que incierto, a la que no obtiene respuesta, muy al contrario los captores renuncian a utilizar a los detenidos, precisando que ni tan siquiera desean que ejecuten trabajos de trinchera, sin concretar por otro lado cómo procederán con respecto a ellos.

Los captores renuncian a utilizar a los detenidos, sin concretar por otro lado cómo procederán con respecto a ellos

Simultáneamente a la publicación de esta charla, La Vanguardia (que fue el diario que más abundó en el caso) lanza el mismo día en sus páginas un aviso también emitido por radio, en el que “se ruega con el mayor encarecimiento a cuantos puedan dar alguna noticia sobre el paradero del diputado catalán don Josep Sunyol, la comuniquen a este Ministerio de Guerra”. Las alarmas se habían disparado. El 16 de agosto el tabloide Treball, editado íntegramente en catalán por el PSUC, adelanta que los componentes de la expedición han sido fusilados en Guadarrama, pero sin  aportar pruebas que así lo demuestren, información que  reproducen directamente  otros periódicos sin ser sometidas a análisis alguno.

La jornada siguiente, los diarios ABC (edición Madrid) y de nuevo La Vanguardia, se hacen eco del fusilamiento de Sunyol y sus compañeros a través sendas columnas de idéntico contenido aunque con distinto encabezamiento, en las que se  citan como fuente de información “elementos de absoluta confianza de las fuerzas leales”. El texto describe someramente la manera en que la expedición traspasa las vanguardias amigas para adentrarse en terreno contrario, a pesar de que “una de éstas con fusiles y ametralladoras hizo unos disparos para llamar la atención de los viajeros sobre el peligro que corrían en el caso de seguir ascendiendo. Sin duda no se oyeron estas indicaciones, y de pronto tuvieron que verse dentro de las avanzadillas de los facciosos, que los capturaron”.

Citan como fuente de información “elementos de absoluta confianza de las fuerzas leales”

La reseña destaca que los cadáveres aparecieron en la Fuente de la Teja, lugar en el que señala fueron fusilados tras un juicio sumarísimo, precisando que en vez de los cuatro cuerpos que esperaban encontrarse, fueron hallados tres, haciendo recaer las sospechas sobre el conductor, quien al parecer estuviera anteriormente al servicio del coronel Aranda, afecto al general Franco tras el golpe de estado. Llama poderosamente la atención, que en la relación de víctimas, no se nombra junto a Sunyol y el oficial, al reportero Virgili, si no al secretario del director general de Obras Públicas.

Prácticamente todos los noticieros calcan el artículo, variando muy poco la redacción, solamente El Mundo Deportivo va más allá y añade detalles muy interesantes sobre cómo podría haber sido la ejecución, gracias al testimonio de un lugareño “que al tener conocimiento del aviso hecho hace días por radio, se presentó en el Ministerio de la Guerra, manifestando que había visto un coche cuyas señas le parecía que coincidían con las que se daban en el aviso radiado, que este coche se internó en una avanzada de los facciosos y que supone que debieron ser detenidos sus ocupantes y llevados a un bosquecillo cercano, donde ya habían sido fusiladas otras personas”.

En cualquier caso, nadie puede confirmar fehacientemente que los protagonistas de este suceso hayan sido ejecutados. Los fundamentos no son irrefutables, y en el futuro seguirá cundiendo la duda. (Continuará)

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