El viejo olmo del Tuerto Pirón

El `Tuerto Pirón´, de `profesión´bandolero, pasaba los días escondido en el hueco de un majestuoso olmo de la Plaza de Rascafría, su refugio durante años

`De leyenda´
Por Rosa Alonso

Fernando Delgado Sanz, apodado el `Tuerto Pirón´ por padecer ceguera en un ojo, nació a mediados del siglo XIX en la localidad de Santo Domingo de Pirón. La historia popular de este mes recuerda cómo, el Robin Hood de Rascafría, utilizaba el altísimo olmo de la plaza para burlar a las autoridades durante las horas de luz.

El viejo olmo, refugio de bandoleros

Como ya sabrán, la plaza del pueblo estaba presidida hasta el año 2000 por un gran árbol, un olmo de más de 14 m y unos 300 años, decenio arriba o abajo según se le haga caso al Julián, `el cascarrabias´, o al antiguo zapatero. Ambos deben rondar los 80 años y llevan enemistados más de 60. Dicen las malas lenguas que, siendo los dos buenos mozos, se pelearon por el amor de la hija del panadero, jurando ambos no volver a dirigirse la palabra ni poner el pie en casa del otro.

Dejando a un lado la edad del hermoso árbol, es éste, sin ninguna duda, un ejemplar magnífico: de ramas frondosas, casi todo el año, proporciona la única sombra de la calle en verano. Alrededor de su tronco, se reúne cada tarde la plana mayor del pueblo, para debatir los sucesos más recientes. La última noticia, que ha llegado a oídos de todos, sucedió hace dos noches: cuentan que estaba amaneciendo cuando `el Juanito´ y el nieto del `chispas´, dos quintos de este año, quisieron emular al `Tuerto Pirón´, tratando de dormir con lo afanado durante la noche en el hueco del olmo.

El olfato del sabueso

Fue fruto de la casualidad que la pareja de guardias civiles, que iniciaban en ese momento su turno, vieran a un perro ladrando en mitad de la plaza. Este hecho no hubiera tenido más importancia de no tratarse del chucho tricolor de `la Elena´, que en las últimas semanas le ha dado por escaparse. La cosa es que se acercaron al perro, mientras éste trataba de saciar sus necesidades en el tronco del olmo, cuando, cuál fue su sorpresa, del hueco emergió una mano que dio un manotazo al infeliz, el cual salió aullando despavorido camino de su casa.

Al llegar al lugar, comprobaron que se trataba de los dos chiquillos mencionados: uno, completamente dormido en el hueco, y otro, de mala manera, acurrucado en las ramas del olmo. Pues bien, llevan dos días en el calabozo esperando ser trasladados al juzgado. Dice el alcalde que, como excusa a su comportamiento, confesaron estar emulando al héroe `Tuerto Pirón´y, que una vez pasada la euforia, iban a donar lo robado al primer pobre que encontraran. Como ven, la desfachatez no tiene límites.

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